Wednesday, May 09, 2018

¿dónde estás mamá?


Mañana es día de la madre., por lo menos en México.
Tendremos como programa escolar una festejo sorpresa que comprenderá de las 8 hasta la 1 del medio día, aproximadamente.
Seguramente habrá abrazos, cantos, cartitas o tarjetas de felicitación, alguna presentación llena de cariño, quizá algo de comida y  chispazos de algunos talentos incipientes...

Mamá. Que poderosa palabra. La escucho como un eco dentro de mi cabeza con la voz en transición de mis adolescentes, con las primeras sílabas de mi nena de un añito de edad como sus primeras palabras y entre gritos y berrinches después de algún conflicto o accidente...

¿Donde está mi mamá cuando yo la necesito? ¿Yo también quiero correr a sus brazos cuando algo sale mal, cuando estoy triste y preocupada, cuando ya no puedo más, cuando me golpeo el dedo meñique con la esquina de la cama, cuando quiero platicar algo que me emociona o entusiasma?

Cuando emprendí mi camino formando una nueva familia al lado de mi esposo, una de las cosas que rondaba en mi mente era la insulsa idea de que "yo no iba a ser como mi madre" "no quería cometer los mismos errores que cometieron conmigo", "iba a ser la mejor madre para los mejores hijos" y una serie de pretensiones que el tiempo y la madurez me han ido aplacando, en el mejor de los casos.

Aprendí que nunca seré como mi madre, que ella en su momento al igual que yo hoy, hizo lo mejor que pudo con lo que tenía: 5 hijos, un montón de trabajo y un esposo que la amaba profundamente.  Que nunca seré como ella porque siempre va delante de mi, y al lado, y adentro. Que ya no necesito tenerla debajo de mi almohada para sentir que me protege, que su abrazo consolador y sus caricias se han convertido en un bálsamo, que sus oraciones con sus manos unidas y sus rodillas sobre el suelo me acompañan cada momento.  Que una simple llamada suya me alegra el día, y que sus manos siguen curando como lo hacían entonces, que la pomadita mágica y el sana sana  funciona aun cuando nos separe un océano de distancia.

Y entonces la encuentro. Encuentro su voz en la nana que va saliendo de mi boca arrullando enmedio de la noche a mi bebé que no deja de llorar, en los cuentos para dormir que recuerdo me contaba de forma fantástica y aparece en las recetas de cocina, cuando la despensa está desprovista y la creatividad y la memoria hacen de las suyas, las de ella. La magia de un transformar algunos sencillos ingredientes en una comida para toda una familia (colados incluídos). Ahí está, presente con todos sus defectos, con todo lo que en un momento dado juzgué con dureza, ante mis ojos y no puedo verla más que admirable, hermosa, regalándose con todo lo que podía dar. 

Mañana probablemente sea un día especial para muchas mamás. Ojalá sea un día especial para ella. Porque ella es muy especial para mi.

Gracias mamá.

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