Para Mario y Sil con mucho cariño felices bodas de hilo.
Una docena de años en los que han transcurrido las alegrías más grandes, los dolores más intensos, los miedos más oscuros y las esperanzas más diáfanas. Pasan los años y cada aniversario nos hace recordar con gratitud que hemos trascurrido un año más juntos, que los mejores años son ahora y que año con año caminamos quizá no al mismo ritmo, ni a la misma velocidad, pero siempre en la misma dirección.
Busqué en la red que bodas se celebran al cumplir 12 años de matrimonio. Hilo. ¿hilo? esperaba algo más romántico, algo más fino, algo más elaborado. ¿Qué es un hilo? No es más que esa hebra de material textil que se usa para coser... para unir lo que es de origen distinto o lo que había estado unido y se ha roto.
Miro nuestra vida juntos y creo que coincido en algo con este aniversario. Eramos distintos y cada vez somos más uno. Nos hemos roto infinidad de veces y estamos llenos de remiendos. Mientras haya hilo siempre habrá forma de remendar el daño.
El hilo por si mismo es algo muy inútil, si no tiene partes que unir; más cuando varios hilos se entrelazan forman un tejido indestructible. Algunas veces forman diseños hermosos, coloridos tapices de colores y formas que maravillan la mirada... ¡y son solamente hilos!... pero mientras se mantienen unidos y organizados en armonía logran la belleza, y la fuerza.
He visto a los pescadores tejer sus redes. Mientras la red está completa, es resistente; su misma naturaleza hace que sea fina e imperceptible, pero susceptible de rasgarse o agujerarse. Los pescadores las reparan con meticulosidad, cuando la red se rasga si se sigue utilizando como de costumbre es probable que se pierda la pesca y la red se rompa de manera irremediable. En cambio, si se detecta con oportunidad el daño, es sencillo de restaurar y la red recupera su función.
He visto a las tejedoras de telares de cintura entrelazar la trama entre la urdimbre una y otra vez, entresacando grecas de colores, diseños y patrones solo existentes en la imaginación. Uno no se explica como las madejas se van adelgazando y se transforman en lienzos, rebozos, morrales, blusas, chalecos... No había nada más que hilos...
Nos veo así, como esos hilos que suben y bajan, se amarran, se atoran, se desbaratan y se vuelven a remendar. A vuelta y vuelta. Los años pasan y pareciera que no avanzamos. No se sabe hasta donde es el final, cuantas vueltas dará la trama... No sabremos el tamaño, las dimensiones o la magnitud de la obra. Lo único que nos queda es no rajarse. No soltarnos. Permanecer así, unidos.
Esas son las bodas de hilo, las que nos regalan estos 12 años de estar juntos, de perseverar, de permanecer, de esperar...
Como la delgada y fina tela de araña donde se columpiaba un elefante, y luego dos, y luego tres... así han transcurrido hasta hoy 12 años y algunos días, desde aquél en que nos miramos a los ojos y prometimos no se cuántas cosas uno a otro.
Una docena de años en los que han transcurrido las alegrías más grandes, los dolores más intensos, los miedos más oscuros y las esperanzas más diáfanas. Pasan los años y cada aniversario nos hace recordar con gratitud que hemos trascurrido un año más juntos, que los mejores años son ahora y que año con año caminamos quizá no al mismo ritmo, ni a la misma velocidad, pero siempre en la misma dirección.
Busqué en la red que bodas se celebran al cumplir 12 años de matrimonio. Hilo. ¿hilo? esperaba algo más romántico, algo más fino, algo más elaborado. ¿Qué es un hilo? No es más que esa hebra de material textil que se usa para coser... para unir lo que es de origen distinto o lo que había estado unido y se ha roto.
Miro nuestra vida juntos y creo que coincido en algo con este aniversario. Eramos distintos y cada vez somos más uno. Nos hemos roto infinidad de veces y estamos llenos de remiendos. Mientras haya hilo siempre habrá forma de remendar el daño.
El hilo por si mismo es algo muy inútil, si no tiene partes que unir; más cuando varios hilos se entrelazan forman un tejido indestructible. Algunas veces forman diseños hermosos, coloridos tapices de colores y formas que maravillan la mirada... ¡y son solamente hilos!... pero mientras se mantienen unidos y organizados en armonía logran la belleza, y la fuerza.
He visto a los pescadores tejer sus redes. Mientras la red está completa, es resistente; su misma naturaleza hace que sea fina e imperceptible, pero susceptible de rasgarse o agujerarse. Los pescadores las reparan con meticulosidad, cuando la red se rasga si se sigue utilizando como de costumbre es probable que se pierda la pesca y la red se rompa de manera irremediable. En cambio, si se detecta con oportunidad el daño, es sencillo de restaurar y la red recupera su función.
He visto a las tejedoras de telares de cintura entrelazar la trama entre la urdimbre una y otra vez, entresacando grecas de colores, diseños y patrones solo existentes en la imaginación. Uno no se explica como las madejas se van adelgazando y se transforman en lienzos, rebozos, morrales, blusas, chalecos... No había nada más que hilos...
Nos veo así, como esos hilos que suben y bajan, se amarran, se atoran, se desbaratan y se vuelven a remendar. A vuelta y vuelta. Los años pasan y pareciera que no avanzamos. No se sabe hasta donde es el final, cuantas vueltas dará la trama... No sabremos el tamaño, las dimensiones o la magnitud de la obra. Lo único que nos queda es no rajarse. No soltarnos. Permanecer así, unidos.
Esas son las bodas de hilo, las que nos regalan estos 12 años de estar juntos, de perseverar, de permanecer, de esperar...
Como la delgada y fina tela de araña donde se columpiaba un elefante, y luego dos, y luego tres... así han transcurrido hasta hoy 12 años y algunos días, desde aquél en que nos miramos a los ojos y prometimos no se cuántas cosas uno a otro.
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