Muchas estaciones han pasado desde que llegaron a mi casa los primeros retoños de unas primaveras anteriores, Se llenó de risas, juegos pisos pegajosos, travesuras, lodo, coronas de flores, dibujos varios, legos, ropa de tamaño pequeño, que poco a poco se ha ido haciendo más grande.
El jardín de casa ha ido cambiando poco a poco su aspecto. Los pequeños árboles frutales que llegaron siendo unas ramas apenas, hoy están más altos, con troncos más fuertes, y con tiernas promesas de frutos. Flores que despiden aromas deliciosos, perfumando el jardín y llenándolo de colores. El naranjo y el limón con sus azahares, el durazno y el ciruelo con sus pequeñas florecillas de pálidos colores...
Los fríos días del invierno se alejan, las plagas que los han aquejado han sido hasta ahora derrotadas. Llega el cambio de estación. Algunas de esas flores se convierten poco a poco en frutos maduros.
-Ma, Esa música es de tus tiempos?- me preguntan como si éste ya no fuera mi tiempo. Como si todo lo que hubo sucedido justo antes de nacer ellos perteneciera a la prehistoria. Y es cierto, todo tiempo pasado es tan lejano como los dinosaurios, el descubrimiento de América, los beatles o la caída del muro de Berlín. Todo pertenece a la Historia, esa que se estudia en los libros, pero no su historia.
Hoy empiezan a descubrirse capaces de escribir, componer, disentir, alejarse de uno y definirse como un otro. A veces de forma violente y broncosa, en afrentas y pleitos, y otras sutiles y hasta inocentes como un cambio de estación; eligiendo una música diferente y "nueva".
-¿Puedo quitar tu música? me dice mientras cambia la estación del radio, o el video de youtube, o la canción que sonaba en el spotify...
No importa que canción sea, ellos quieren elegir. Escuchar la suya, escribir su propia historia. Y cambian la estación, y cambian las páginas del libro y se sentirán capaces de cambiar este mundo como una vez lo hicimos nosotros.
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