Wednesday, October 11, 2017

windsurfer


"Siento, 
que si no estás no corre el viento, 
quizás afuera si
 pero no dentro de mi..."
(Tengo, Macaco) 


Habías estado practicando sobre las olas de Playa Progreso durante muchos fines de semana. Montabas en tu camioneta y escapabas de la alocada jungla de asfalto donde vivías y por algunas horas, si el viento lo permitía, podías volar.

Tu tabla, traccionada por una cometa era el transporte perfecto para aprender a domar al viento. Un poco de aire, un poco de agua, un poco de sal y mucho sol eran la mezcla perfecta para tocar las nubes.



El verano se esfumaba lentamente entre las hojas del calendario. Consultaste tu reloj que marcaba el tiempo sideral. Era el momento de volver a la casa de tu Padre. El equinoccio vernal se aproximaba. Las estrellas te estaban llamando.

Montaste en tu tabla, aprovechando las últimas bocanadas de vientos estivales y cuando el cometa tiraba fuertemente del arnés que te tenía sujeto. Después de hacer algunas piruetas freestyle se soltaron una a una las líneas, y sin casi sentirlo te fuiste elevando por el aire, con las alas de colores que habías dibujado en tus pies en dirección septentrional, al norte, bien al norte.



Arriba, bien arriba. Tus alas de arcángel brotaron por fin.  Como era de esperarse, la noche y el día duraron lo mismo. Había terminado el verano y las hojas de los árboles se fueron desprendiendo una a una.



Un año entero me tomó juntar una por una las hojas que habían caído de nuestro árbol familiar ese otoño.  Con ellas hice este cuento. Con ellas y con muchas otras que dejaste escritas en nuestro corazón. Viajero en el tiempo. Gracias por aterrizar aquí. Nos vemos del otro lado hermano.


https://vimeo.com/72501860

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