Monday, August 28, 2017

whitsunday: Un domingo blanco



“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo”.
Hechos de los Apóstoles 2, 1-5





Ayer domingo, fue un pequeño Pentecostés en mi familia. No por ser la terminación del tiempo pascual, sino porque tuvimos la gracia de recibir en nuestra familia muchos sacramentos: Bautismo, comunión, confirmaciones... 

Estábamos todos reunidos en un mismo lugar, no hubo fenómenos naturales extraordinarios como vientos impetuosos, ni lenguas de fuego sobre las cabezas de nadie, pero sí que sentimos Su presencia divina, pacificadora, de aliento. Al menos yo.

 Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el Paráclito:  "aquél que es llamado junto a uno", el compañero; es decir un  "Consolador". Ayer sentí eso. Un alivio, un consuelo. Un abrazo paterno que me decía que todo va a ir bien.  

Una ceremonia donde estuvo presente el agua, el fuego, el aceite... mi familia y amigos reunidos en torno al altar, celebrando el amor. Festejando que somos uno. Que como bien dijo Monseñor Felipe Pozos, la Iglesia como Madre se mantiene en pie no por nuestra fuerza, sino por el amor que Dios nos tiene.

Así veo también a mi familia, mi pequeña iglesia doméstica. que se mantiene en pie muy a pesar de mis errores, mis carencias, mi debilidad, mis enojos... y los de todos sus miembros. Que si seguimos caminando juntos no es por mérito nuestro, sino por la mirada amorosa de Nuestro Padre que nos permite seguir de su mano.

Las palabras del evangelio  según San Mateo (16, 13-20) en estos tiempos de mar revuelto "los poderes del infierno no prevalecerán"  llenan de esperanza y consuelo mi corazón. Así como esa tarde en en cenáculo se encontraban reunidos los Apóstoles, con miedo, escondidos, confundidos, Así me sentía yo. 

El primer saludo de Jesús fue: "la paz esté con ustedes" y vuelve una vez más a repetirles: "La paz esté con ustedes, Como el Padre me envió, así también yo los envío" Jn 20, 19-23

Ese es mi deseo, que la paz esté conmigo, con nosotros, en mi familia, mi pequeña comunidad,hoy y para siempre. Que seamos mensajeros de paz y armonía, ahí donde estamos, cada día, con la confianza de que El va con nosotros.

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