Fin de semana aventurado. Nos levantamos temprano y emprendimos camino hacia el sureste mexicano. La población de San Juan Bautista Ixtlahuaca fue nuestro primer destino. Por entre las semi desérticas cumbres de la sierra mixteca, se alza una edificación que pareciera un castillo. 500 años atrás un grupo de frailes dominicos vieron en estos parajes el lugar ideal para empezar a predicar. En sus manos, los evangelios y el santo rosario.
La stemma liliatum (escudo lilado) remata las hermosas cúpulas de este santuario dedicado a San Juan Bautista. Su fachada y retablos enriquecidos bellamente con símbolos litúrgicos, escenas de la vida de Jesús, evangelios dibujados sobre los muros anunciando a los distintos pueblos hablantes de lenguas diferentes: Mixteco, Chocho, Popoloca, Ixcateca, Náhuatl... recibían el mensaje iconográfico y simbólico a través de los hermosos retablos que decoran el interior de este recinto.
Una capilla abierta, que recibía a los gentiles, quienes eran bautizados y escuchaban la predicación, está hoy en deterioro, pero la obra de restauración está en proceso.
La fachada del templo esta bellamente enriquecida y adornada, cuenta con cerca de 30 nichos, que en otros tiempos albergaron estatuillas de satos y santas de la orden Dominica, de las cuales ya no queda ninguna.
Al interior, sorprende el altar mayor, con hermosa filigrana de oro y pinturas novohispanas. En toda la Mixteca no se encuentra una joya arquitectónica de este tipo. A pesar de que el tiempo y el descuido han provocado deterioro importante en pisos y techumbres, sismos, aguaceros, ventarrones y el deterioro y descuido de visitantes y propios han provocado que mucha de la belleza de este lugar se haya esfumado.
Restos de algunos frescos en las paredes, altares sin imágenes o cuadros dejan ver que 500 años no
han pasado en vano.
Lo sorprendente es encontrar en medio de un valle enclavado en la mixteca alta, esta elocuente muestra de la esperanza en la nueva tierra. Un continente donde la Palabra era noticia, una Buena Nueva. Estas piedras que aún siguen en pie están impregnadas de esperanza, de ímpetu predicador.
Ahora que inicia octubre, mes del rosario, recuerdo que fueron los frailes dominicos quienes propagaron la práctica del rezo del Santo Rosario. La primera clara referencia del rosario se tiene de la vida de Santo Domingo ( + 1221 ), el fundador de la Orden de Predicadores o Dominicos. Él predicaba una forma de rosario en Francia cuando la herejía albigense estaba devastando la fe en ese país. La Tradición dice que la Virgen María, pidió la práctica del rosario como un antídoto contra la herejía y el pecado.
La stemma liliatum (escudo lilado) remata las hermosas cúpulas de este santuario dedicado a San Juan Bautista. Su fachada y retablos enriquecidos bellamente con símbolos litúrgicos, escenas de la vida de Jesús, evangelios dibujados sobre los muros anunciando a los distintos pueblos hablantes de lenguas diferentes: Mixteco, Chocho, Popoloca, Ixcateca, Náhuatl... recibían el mensaje iconográfico y simbólico a través de los hermosos retablos que decoran el interior de este recinto.
Una capilla abierta, que recibía a los gentiles, quienes eran bautizados y escuchaban la predicación, está hoy en deterioro, pero la obra de restauración está en proceso.
La fachada del templo esta bellamente enriquecida y adornada, cuenta con cerca de 30 nichos, que en otros tiempos albergaron estatuillas de satos y santas de la orden Dominica, de las cuales ya no queda ninguna.
Al interior, sorprende el altar mayor, con hermosa filigrana de oro y pinturas novohispanas. En toda la Mixteca no se encuentra una joya arquitectónica de este tipo. A pesar de que el tiempo y el descuido han provocado deterioro importante en pisos y techumbres, sismos, aguaceros, ventarrones y el deterioro y descuido de visitantes y propios han provocado que mucha de la belleza de este lugar se haya esfumado.
Restos de algunos frescos en las paredes, altares sin imágenes o cuadros dejan ver que 500 años no
han pasado en vano.
Lo sorprendente es encontrar en medio de un valle enclavado en la mixteca alta, esta elocuente muestra de la esperanza en la nueva tierra. Un continente donde la Palabra era noticia, una Buena Nueva. Estas piedras que aún siguen en pie están impregnadas de esperanza, de ímpetu predicador.
Ahora que inicia octubre, mes del rosario, recuerdo que fueron los frailes dominicos quienes propagaron la práctica del rezo del Santo Rosario. La primera clara referencia del rosario se tiene de la vida de Santo Domingo ( + 1221 ), el fundador de la Orden de Predicadores o Dominicos. Él predicaba una forma de rosario en Francia cuando la herejía albigense estaba devastando la fe en ese país. La Tradición dice que la Virgen María, pidió la práctica del rosario como un antídoto contra la herejía y el pecado.
Uno de los futuros discípulos Dominicos, Alain de Roche, comenzó a establecer Fraternidades del Rosario, para promover el rezo del mismo. La forma del rosario que se reza hoy en día se cree que viene de esta época. Por siglos los santos y los papas han recomendado con insistencia el rezo del rosario, la mejor oración de la Iglesia después de la Misa y de la Liturgia de las Horas. No es de extrañar que sus mayores promotores sean los Dominicos.
Rosario significa una corona de rosas, un ramo espiritual dado a María, la Madre de Dios. Octubre es un mes dedicando a ofrecer rosas, miles de ellas, como los primeros misioneros a Nuestra Madre. Somos esperanza, somos paz en medio de un mundo en guerra. recordemos que ella no hizo cosa igual con ninguna otra nación, hoy nos corresponde vivir el mensaje que los primeros misioneros trajeron desde tierras muy lejanas. Honrar nuestra tradición es admirar la belleza de nuestro legado y preservarlo a través del tiempo.
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