Monday, March 02, 2015

La insoportable fugacidad del tiempo


No se del pasado, no se si habrá un futuro. Tengo el presente y cuando me he dado cuenta se me ha escabullido y de pronto ya es pasado.No juegues con el tiempo, porque es tesoro. No juegues con el tiempo porque es celoso. Una vez que lo has dejado ir, nunca jamás volverá. Es relativo, es traicionero, es escurridizo...

Marcha al ritmo de las manecillas de el reloj, al compás del segundero. Siempre girando, pero nunca sobre los mismos pasos. Un instante que estuvo y ya no está. Un momento que se lleva al archivo de la memoria, si es afortunado o al abismo del olvido, donde la mayoría de los segundos sin destino se van.

He visto cabezas blancas que rememoran momentos que se fueron, que articulan historias un poco con pasado, un poco con fantasía del tiempo que se fue. quienes no fuimos testigos, habremos de conformarnos con la versión del narrador, del juglar, del poeta, del cronista, del fotógrafo, del pintor. Creaciones que reconstruyen sus memorias recogiendo los ladrillos de un pasado que no necesariamente fue así.

Es la memoria, es la tradición, es el ritual que conserva el pasado como inamovible, como intacto, casi sagrado. Es la palabra que se transforma en escrito la que logra trascender un poco la barrera del tiempo. Es el sentido que se le otorga al signo el que permanece un poco a través de la inclemencia del ingrato tiempo. Esperanza es del aventurero creador que al cincelar la piedra logra arrancarle un grito que abraza a su existencia vacua. Quizá la piedra, en su existencia que pareciera  perenne ante la fragilidad de la vida mantenga un poco la memoria de su fugaz paso por el tiempo. Que anhelo es de aquel que desea dejar su nombre escrito sobre las piedras. Trascender más allá de la propia existencia y prolongar por un instante más su paso por la tierra.

Solo el Sabio sabe que lo que permanece es la Palabra inscrita en el corazón, no sobre la piedra, sino sobre la carne. Dice el profeta en su canto al pueblo:  «¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado y no más bien en que se convierta de su conducta y viva? (...) Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere. Convertíos y viviréis» (Ez 18,23.32). No es el miedo al paso del tiempo el que se vive. Sino a no saber vivir eternamente. Momento de dejar de mirar el reloj y abrir los ojos a la vida, la Vida.

No comments: