Tuesday, February 03, 2015

Música y alimentos para el alma



Dicen que la música es uno de los lenguajes con que se comunica el alma. Las notas en armonía que van armando poco a poco melodías, animan hasta el corazón más apático y distraído a seguir aunque sea con la punta de los pies el ritmo y el tempo.

Estamos acostumbrados a oír un mundo de cosas a nuestro alrededor. Los que vivimos en grandes ciudades hemos acostumbrado el oído al continuo zumbido del los autos al pasar, los estruendosos bocinazos y el continuo rugir de los motores. Esa es la música de fondo de nuestro ir y venir. Una música que lejos de ser armónica nos ensordece, nos marea, aturde. 

Lejos están los tiempos en que durante la mañana se podían escuchar el trinar armonioso de las aves levantando una alabanza mientras el astro rey rompía y rasgaba las sombras y al ocaso, una nueva melodía, de despedida a la luz se escuchaba por entre las copas de los árboles. Parvadas de aves cruzaban el cielo buscando un foro donde presentar el espectáculo del atardecer, como preparándonos para el gran concierto nocturno, donde grillos, sapos y cigarras nos deleitaban con composiciones absolutamente únicas y originales.

Hoy parece que solamente danzamos al ritmo del tic-tac del reloj, teniendo de fondo el noticiero de la mañana. Bailamos al ritmo del trabajo, del dinero. del patrón, del mejor postor. No seguimos un ritmo. seguimos el paso de otro. 

 Nos hace falta de vez en cuando tomar un tiempo para relajarnos, escuchar el silencio, la naturaleza, el ruido de nuestra respiración a ritmo de nuestro palpitar. Somos seres de armonía. De música. Nos lo dice el pulso de nuestra sangre al correr. 

Durante la décima Jornada de escuelas Montessori de Puebla, tuve la dicha de experimentar un ejercicio de reflexión acerca de la importancia de la música en el bienestar del ser humano. El taller dirigido por Kitzia Weiss y Jorge Villegas-Ivich, bajo el título "Generando buenestar en le ser, para un óptimo desempeño en la escuela, la familia y la sociedad" compartieron con nosotros, durante dos días, la experiencia de descubrir una vez más  la armonía que compone nuestro ser, quienes nos rodean y el ambiente en que nos desenvolvemos.

Un taller absolutamente vivencial, donde no hubo grandes teorías y sin embargo mucho trabajo profundo. A través de la escucha de música, de momentos de reflexión y meditación, de silencio, de actividad y creatividad se logró despertar al niño dentro de cada uno y tomarnos de las manos y poder danzar y cantar y tocar una melodía apenas conocida para todos fue una experiencia única. 

Recordar de vez en cuando que somos seres irrepetibles, parte de un todo, de una comunidad, de un planeta, sentirnos libres y responsables de lo que nos corresponde hacer a cada uno en su lugar para hacer de este mundo un lugar mejor para vivir, fue la atmósfera que generó este par de días en compañía de padres de familia, directivos, guías Montessori, tanto de Puebla como de otras partes de la república y algunas del extranjero.

Así nos encontramos, como en un principio, como cuando éramos pequeños, un grupo de adultos, desconocidos la mayoría hasta hace unas horas, mirándonos los unos a los otros, cantando tomados de las manos un hermoso canto en hebreo, con el versículo de Isaías 2: 4 

Lo yisa goy 
El goy cherev
Lo yil'medu
Od milchamah.

Las naciones no levantarán
la espada contra las naciones
y no aprenderán 
más sobre la guerra.




Agradezco  a la comunidad Montessori Monarca por abrir la invitación de este evento también a los padres de familia y permitirnos aprender un poco más acerca de la Filosofía Montessori.

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