Siguiendo mis pasos muy de cerca, ahí vas, junto a mi, como mi sombra. Me susurras al oído, te comunicas en sueños, en visiones, en alguna intuición.
Bajo tu cobijo me encuentro. Por eso no me siento sola. Eres mensajero, cuidador, maestro, consejero. No importa cuántas veces haya dejado de llamarte, tu no te alejas de mi lado. No necesito invocar tu nombre. Tu existencia es para mi desde que fui concebida.
Antes de dormir, me gusta recordar que estás conmigo, a mi lado. No sé por que siempre la noche y sus sombras me hacen pensar en cosas de oscuridad. Desde pequeña con el último aliento del día, ya que ha caído la noche me gusta recordar que eres mi ángel de la guarda, mi dulce compañía...
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