Monday, April 07, 2014

Campamentos escolares y dolores en el corazón.


Hacer la mochila, revisar una y otra vez llevar completo el material necesario, preparar todo lo necesario para salir muy temprano al día siguiente.

Me quedo con el corazón apachurrado. les doy un abrazo apretado y un fuerte beso de despedida. Nos veremos en cuatro días... creo que nunca han dormido fuera de casa. Quizá unas veces en casa de los primos, alguna vez en la de los abuelos. Aunque aparento una confianza y seguridad en que nada pasará... tengo inquieto el pensamiento.

Me dice la mente que todo estará bien. Que sólo son cuatro noches, cinco días, pero el corazón quisiera salir corriendo y subirse de último momento en el camión.  No me inquieta simplemente lo que sucede hoy, quizá, lo más intenso es que los veo crecer. Lo más probable es que no lloren al partir. Que no me extrañarán en la noche. Que no será mi comida lo que más extrañen a la hora de los alimentos. Una sensación agridulce me invade. Por un lado saber que están creciendo. Que maduran y que como cualquier ciclo en la vida van poco a poco emprendiendo su vuelo.

Verlos dormidos en mis brazos, justo después de haberlos alimentado... nunca regresará. Hoy se van de campamento. Mañana se irán de intercambio escolar; hoy es en mi país, mañana será quizá en el extranjero. Harán sus vidas lejos, solos. No dependerán más de sus padres, de vez en cuando una llamada, una visita. Eso significará que aunque duela, hemos hecho bien el trabajo. Los hijos no son nuestros, son prestados.

Vuestros hijos no son hijos vuestros.

Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí misma. Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros.

Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.

Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.

Porque ellos tienen sus propios pensamientos.

Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas.

Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.

Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros.

Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer. Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.

El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana.

Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable.
Khalil Gibrán

https://www.youtube.com/watch?v=scJfPazTdy8

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