Tuesday, July 05, 2011


El Museo de Historia Natural, en la Ciudad de México está ubicado en la segunda sección del Bosque de Chapultepec. Es parte de los atractivos turísticos de la urbe y sus alrededores. Todos los museos son un viaje al pasado. Este museo no es la excepción. Los martes la entrada es gratuita, los lunes está cerrado y cualquier otro día de la semana su costo es de $21. Hay que considerar también entre los costos el del estacionamiento, que es de $34.50, y es por todo el día, desde las nueve hasta las cinco.

Después de ver la película "una noche en el museo", surgió en mi cabeza la idea de darnos una vuelta. Los primeros días del verano, mochilas con lunch y paraguas al hombro, nos encaminamos a las inmediaciones del bosque.

Un poco decepcionante he de decir, a primera vista el museo. El deterioro en el que se encuentra tanto las instalaciones como la colección en si, hacen que irremediablemente piense uno con nostalgia que seguramente hubo tiempos mejores para éste. Abandonado. despintado, con poco personal, no hay visitas guidas, la sala de biodiversidad mexicana estaba deshabilitada temporalmente. El resto de las salas, a excepción de la exposición de reptiles -que tiene un costo extra además de la entrada al museo ($20)- y la sala de exposición temporal, estan tan lúgubres, ocuras, deterioradas...

Casi estuvimos a punto de abandonar la misión y dirigir nuestros pasos a otro lugar, sobre todo cuando escuchamos a otro papá con niños, que hablaba por teléfono diciendo que mejor cambiaban de plan, que se iban al zoológico, porque el museo...

Así y todo lo recorrimos, disfrutando lo más que pudimos de sus salas de taxonomía, el enorme e impresionante esqueleto de diplodocus, y una linda exhibición de mariposas...

La sorpresa agradable del paseo, y la que rescató el triste aspecto del museo es la exposición temporal "Mar a la vista". Una instalación moderna, con todo el apoyo que la tecnología contemporánea ofrece a una muestra museográfica; sonorización, videos, iluminación, una instalación amigable que te inivta a recorrer el mundo marino y sus bellezas de una forma artística y al mismo tiempo didáctica.  Escuchar el sonido de las olas, el graznido de aves costeras, mientras recorres los andadores que asemejan los hangares de un puerto, como si caminaras sobre un malecón, con  rampas de madera que suben y bajan -para facilitar el recorrido a quienes llevamos carriolas o sillas de ruedas- combinando piezas bajo el tema marino desde esqueletos de balenas, focas disecadas, caracoles de formas caprichosas y colores llamativos, y pantallas proyectando videos del lecho marino y la flora y a fauna bajo el mar sobre los muros...

Ojalá el resto del museo lleve acabo el "proyecto de refundación" anunciado en su sitio web, y que ofrezcan nuevamente al público mexicano una exhibición adaptada a las exigencias de nuestros tiempos, donde  de la mano de la tecnología y el arte la difusión de la ciencia sea una experiencia viva e interesante para todo público.

1 comment:

Ana Garnier said...

Olvidé agregar que los niños, con sus ojos de inocencia y agradecimiento, quizá por el tiempo invertido en ellos, la visita les pareció muy linda. Quizá son menos críticos, puede ser también la visita al parque de juegos que está al lado; la resbaladilla, los columpios y hasta el lunch fente al lago con sus patos, o el pasar un tiempo fuera de las paredes de casa es lo que más les gustó. Espero haberles regalado un verano para aprender, pero sobre todo para recordar.