Thursday, March 24, 2011

Una Musa en uniforme

Capítulo XI

 Clases de natación , la solución para el aburrimiento.

la minutos trancurrían ujn más lento que el otro. Minimusa se deseperaba aburrida entre las cuatro paredes del salón. La del fondo era un armario de pared a pared, cerrado con llave. La de frente tenía un enorme pizzarón color verde (de esos que ya casi no se usan) limpio pero desgastado, en algunas zonas se translucía el fondo bajo la pintura, sobre todo en el centro y el la parte superior.

La otra pared no tenía nada de interesante. era lisa, de un amarillo color crema, como todas la paredes del colegio y no había en ella nada. Ni un esquema, ni un cuadro, ni un adorno. Parecía la pered de un hospital. Mini se imaginó por un momento que su encierro no era el laboratorio, sino un cuatro de una institución mental, uno de esos lugares que no tiene salida. ¿cómo sería estar de por vida encerrado en la casa de la risa?

Los enfermos mentales pueden hacer lo que quieran, después de todo están locos. Ya no les puede pasar nada peor que estar recluídos en un lugar asi... - pensó Minimusa. Se han de divertir de lo lindo. Me imagino que son más libres. Tal vez por eso los encierran, porque nadie entiende su libertad.

Miró la cuarta pared. De a mitad hacia arriba era un ventanal por donde entraba la luz al salón, la mitad inferior era un muro taumbién pintado de color crema. y la puerta.  Abierta de par en par, pero cerrada para ella. Sobre adverterncia no había engañp. Mini no podía salir hasta nuevo aviso. Se imaginó que la miraban desde fuera del salón, a travñes de las enormes ventanas. Como si fuera uno de esos animales en peligro de extinción, o más bien como un pez dentro de un enorme acuario.

Nunca me había imaginado que un pez era un prisionero. Vive en una caja de cristal, desde que nace, con un hábitat falso. Lo peor es que nunca conocerá el mar, el agua corriendo, la lluvia... Vive ahi dentro, en su universo limitado entre esos cuatro cristales que lo protegen del exterior,y que al mismo tiempo le impiden ir a ninguna parte.

-Yo soy un pez, y esta es mi pecera. Minimusa jugaba frente a la ventana, arriba de una de las mesas altas del laboratorio. Simulaba que nadaba, dentro del salon de castigos, su estanque imaginario. No se percató de que el timbre para el descanso había sonado. No fue sino hasta que las miradas curiosas de los demás estudiantes se acercaron a ver el extraño espectáculo de Mini, quien mirada desde los pasillos parecía nadar frente a los cristales de la ventana. Al sentirse observada, a Mini no le quedó más que seguir el juego, smlulando que salía una y otra vez del agua, asomándose y escondiéndose tras el muro, mientras las miradas de los curiosos se divertían riendo del extraño espectáculo.

La magia terminó cuando mis Angie llamó la atención de los estudiantes, que se habían congregado frente a las ventnas del salón de detención. - ¡Jóvenes! no hay nada que ver dentro de laboratorio. A clases que el descanso terminó.- decía mientras se apresuraba a aplaudir fuertemente con sus huesudas manos. Minimusa solo al escucharla se escondió evitando así ser vista enmedio de semejante acto de natación imaginaria.

La prefecta dispersó a los estudiantes y entró al salón de castigos. Mini estaba sentada en un banco frente a un cuaderno. - Puedes irte ya a tu salón de clase. -dijo la prefecta mientras le señalaba la puerta. Si tus padres no vienen mañana pasarás más tiempo en detención, lo que repercutirá en el aprovechamiento de tus materias.

Al pasar frente a la prefecta, ésta observó el cabello húmedo de Minimusa, y su frente perlada de pequeñas gotitas. -¿qué, te acabas de bañar? preguntó mientras acariciaba uno de los mechones de cabello húmedos de Mini. -Mas o menos.- Contestó ella en voz baja mientras avanzaba por el pasillo hacia su sala de clases.

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