Una musa en uniforme.
Novela por entregas, capítulo IIIPasarela &animalprint.
Todos los estudiantes del grupo de Mini sepusieron de pie para recibir en el salón a Miss Angustias -no bromeo, ése era su nombre- aunque de cariño le llamaban Miss "Angie", que de angelical no tenía nada. El cuerpo delgádo, casi escuálido y medio retorcido, joroba, el pelo largo y entrecanno pero relamido y recogido en una trenza cargada hacia el lado derecho, las gafas de gruesos vidrios de tono verdoso, y un terrible y espantoso lunar en la barbilla con dos enormes pelos, uno cano y otro negro, conformaban la temible figura de la prefecta de disciplina y orden.
- ¡Jóvenes!- se dirigió con su grave voz que desentonaba con su delgada figura. - Es jueves primero, y como saben habrá revisión de uniformes. ¡manos al frente!
A un tiempo, todos extendieron los brazos. Todos trataban de pasar desapercibidos, sin moverse ni un poco, casi sin parpadear para no atraer la mirada de miss Angie sobre ellos.
-¡Achís! se escuchó en el fondo del salón nun estornudo. Miss Angie recorrió con su mirada la última fila de bancas, mientras los alumnos hacían su mayor esfuerzo por evitar ser vistos.
- ¡se dice salud jóvenes! , a una voz, como si se hubieran puesto de acuerdo, todo el grupo repitió: ¡SALUD! mientras la mirada escrutadora recorría de arriba a abajo a la estornudadora.
- ¿hace cuánto que no se corta usted las uñas? - le preguntó a Carmen, quien había roto el hielo con su estornudo.
-Hoy mismo en la mañana señorita...
- pues hay que afilar ese cortauñas, o dejar de mordérselas... parece que se las cortó con los dientes... haga favor de ir a la enfermería durante el descanso por una lima de uñas y arréglese esas manos.
- si señorita- responde apenada Carmen, mientras esconde sus manos lo más que puede dentro de las mangas de su suéter.
El avance del escrutinio siguió fila por fila. Hasta que la mirada de nuevo hizo blanco en otra compañera. Sara, una de las chicas populares del salón.
- ¿no le parece que el dobladillo de su falda está muy arriba?- decía miss Angie mientras miraba escrupulosamente el largo del uniforme. -ya saben que la falda debe llegar justo a la mitad de la rodilla, ni más ni menos. a ver, póngase de rodillas- dijo la prefecta señalando con su huesudo dedo índice el piso. La chica dudó un momento, pero no tuvo nada más que obedecer.
- ¡Lo sabía! demasiado corta. no llega a tocar el suelo. Si para mañana no trae el dobladillo como se debe, la saco de clases y le doy el descosedor de mi oficina para que lo arregle...
- si señorita, lo siento.
- no, no lo siente, si lo sintiera sería usted la que estaría refriada, con semejantes aires que se le han de colar...
- una risilla ahogada se escuchó en las bancas pegadas a la ventana.
-¿Qué le parece chistoso señorita Minimusa? ¿quiere pasar al frente a enseñarnos cómo se debe portar el uniorme correctamente? - dijo mientras señalaba el pizarrón con su artrítico y huesudo dedo.
Mini esperó, pero como no hubo opción, supo que era su turno de fusilamiento. pasó al frente de la clase. Mientras avanzaba estiraba sus calcetas, fajaba su blusa, acomodaba el cuello de su camisa... hasta que llegó al sitio señalado.
- Perfecto, es usted una alumna modelo. - dijo la ronca voz de Angustias- Mini suspirió de alivio. - Maestra Dulce- dijo dirigiendose a la profesora titular del grupo- ¿me permite seguir la revisión de uniforme acompañada por esta elegante señorita? - algo en el tono de su voz, pereció incomodarle, a Mini ese elegante estaba un poco de más... Minimusa recordó el desastre de su pelo, si dudarlo se lo tocó, aún estaba muy revuelto, sus calcetas al estirarse habían dejado ver unas marcas grises , un rayado horizontal, causado por los dobleces y la mugre (una vez más había tomado las calcetas del día anterior) sus zapatos estaban salpicados de agua de charco seca, de la carrera de en la mañana... si, era un completo desastre. -¿Quiere usted acompañarme por favor Minimusa? la necesito como mal ejemplo...
La siguiente hora y media Minimusa recorrió los salones del colegio sirviendo de evidencia de cómo no se debe portar un uniforme. El castigo aleccionador de la prefecta fue exhibirla para que se sientiera apenada de su modo de vestir. La verdad, al principio Mini se sintió avergonzada, frente a su grupo, pero después de la segunda visita lo tomó con filosofía. Ya para el tercer salón, empezó a imaginar que estaba en una pasarela. Pasaba al frente y daba un medio giro, luego se recargaba en una pierna, luego en la otra, y mientras la prefecta evidenciaba a sus víctimas, minimusa posaba, como toda una modelo frente al grupo.
El efecto fue contraproducente. La siguiente semana al inicio del ciclo escolar, las cabezas despeinadas y revueltas y las calcetas muy a lo zebra animal print imperaron durante la "temporada".
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