Tuesday, September 28, 2010

Un árbol feliz.

Recuerdo aquél pintor, creo que en el canal once que hacía cuadros de paisajes con tanta facilidad. Dibujaba árboles "felices", piedras, montañas, con una espátula,  un pincel delgado... un poco de azul y gris para el cielo... y se veía tan fácil. Cuando veía  a Bob Ross pintar se me hacía que cualquiera podía hacerlo. pero como dice el dicho, no es lo mismo ver los toros desde la barrera...

Cuando era soltera, joven y bella (jajaj)  veía a las madres de familia con varios chiquillos al rededor (eran otras épocas) dos o tres o cinco. Los miraba algunas veces chamagosos, con los mocos escuridos -las velas perpetuas, como dice la abuela- el cabello revuelto, a veces hasta haciendo un berrinche monumental. bueno, primero echaba una mirada de reprobación a a la mamá -mala madre para mis adentros- y luego me acercaba a echar ua mano, las menos de las veces. Limpiaba el moco, trataba de consolar al berrinchudo con un dulce...

Que lindo es ver el partido de fut desde la tribuna. Uno le echa hasta de madres y toda la cosa a los jugadores. Pero ¿quién se echa 45 min. corriendo detras de un balón? todo México se siente director técnico cuando hay partidos importantes de la selección. Así me sentía a veces, como la mujer más preparada del mundo para formar una familia, habiendo observado los errores de todas las señoras con hijos me prometía a mi misma no hacer lo mismo. Ahora que soy mamá, veo el mundo muy diferente. Hoy me veo corriendo por la cancha detrás de tres balones, cuidando la portería y tratando de no cometer tantas faltas frente al árbitro. Me faltaron mil años de entrenamiento creo. A cada rato me bofeo y quiero un cambio, un relevo, pero en este juego de la familia las reglas son un poco diferentes...

¿Cómo se entrena para ser papás? ¿dónde hay exámenes o algún lugar donde uno se certifique en iso 9000 o algo parecido en el hogar como empresa?  y hay va uno por a vida, aprendiendo a golpe y porrazo cómo hacerle para ser un buen padre o madre... y mientras tanto, te topas con el montón de gente que te ofrece -de muy buena gana- consejos útiles o inútiles.

Y luego veo también esas familias que parecen perfectas: la señora guapísima, el señor en un buen trabajo, los hijos súper educados, lindos, "perfectos" y me recuerdan esas clases de pintura de Bob Ross... árboles felices... ¿de verdad? ¿es cierto que existe la familia feliz y perfecta? ¡uff! hasta el momento no he encontrado una que llene el parámetro de perfección y creo que no la encontraré porque como toda istitución humana, la familia está conformada por personas. Seres humanos que somos, llenos de defectos, imperfecciones, talentos, valores... tenemos nuestros buenos momentos, en los que estamos de buenas, en que nos peinamos y nos ponemos guapos para la foto, en que los niños no tienen gripa y no hay mocos, en los que la estabilidad económica nos sonríe, en que las hormonas no nos traicionan.

No creo que exista la familia perfecta. Existen los momentos perfectos en familia. Momentos que se desecandenan tras mucho trabajo detrás. Muchos estira y afloja. Muchos altibajos. El arte, como el pintor de la tele, está en saber describirlos y disfrutarlos tal y como son. Desear lo que no somos, comparar a los hijos unos con otros -o peor aún con los hijos de otros- es una tentación siempre presente. ¿dónde se obtiene la maestría para hacer hijos perfectos de una sola pincelada? en el trabajo diario, en la convivencia cotidiana y sobre todo en la búsqueda personal de ser cada uno mejores. Somos el modelo de nuestros hijos. querámoslo o no. Y les exigimos demasiado. Que coman bien, que hagan deporte, que saquen buenas calificaciones, que recen con devoción. ¿ y nosotros? si nos exigiéramos la mitad de lo que les pedimos a ellos...

Dice el dicho, las palabras convecen, pero el ejemplo arrastra. Habría que empezar por limpiar cada uno su propia casa... analizar nuestras metas, nuestro crecimiento, la formación... no se puede dar lo que no se tiene.  Primero lo primero. Necesitamos acomodar nuestros cajones interiores y empezar a poner orden dentro para poder ejercer bien a bien la tarea tan difícil: ser padres.

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