¿Dónde está el tesoro?
¿Cómo saber que el siguiente paso no será hacia el precipicio? ¿Cómo dejar ir lo que se ha trabajado durante tanto tiempo? ¿cómo cerrar puertas que llevan tanto tiempo abiertas de par en par? Dejar a trás lo viejo para que entre lo nuevo...
Dicen los coleccionistas que para que un objeto cumún y corriente se transforme en un tesoro, sólo hace falta esperar. Primero son cachivaches, basura, cosas viejas, pero si se espera el tiempo suficiente y se conserva de la forma adecuada, se convierten en objeto de colección, hasta de "culto". ¿Cuántos no han escuchado esas historias de aquél que vendió los juguetes de su infancia por e-bay y le pagaron una fortuna por ellos? y cada uno a su manera, se dedica a acumular, a guardar, a conservar tesoros. Unos en especie. otros en valores, otros en le banco y otros en la cabeza...
Hya otro tipo de tesoros. Cajones llenos de cachivaches, de recuerdos, de objetos con un valor meramente sentimental. Valiosos para quién sabe lo que son. Una caja de metal, con flores secas, plumas, piedras estampas sin pegamento. Una cajita de terciopelo llena de dientes de leche... la sola imagen se figura hasta cierto punto repulsiva.. más para el ratón de los dientes que ha pagado cada una de las monedas por ellos son el más grande tesoro y los guarda junto a las perlas, junto a las joyas.
Cambio es al mismo tiempo inventario. Revisión de lo que hay que dejar atrás, para hacer la carga más ligera, el viaje más liviano. "... no llevar más que una alforja y un zayal..." rezaba la canción del trovador*. En el afán de que nada les falta a los que amamos, -materialmente hablando- preocupados por el día a día de el comportamiento en la bolsa de valores, o si aumentó la plusvalía de los terrenos...
Olvidamos el valor de la pobreza. Ser pobre en el sentido de no estar atado en manera alguna, a estar dispuesto a partir en cualquier momento, sin apegos, sin maletas, sin mudanzas... es tan difícil reconocer hoy en día el valor de la existencia desnuda, así, sin títulos, sin propiedades, sin cuentas en el banco, sin apellido... "...y tranquilo el pensamiento..." termianba el verso de aquella canción.
Recuerdo a quella reflexión del alpinista que colgaba de una cuerda perdido en la montaña y al verse enmedio de una tormenta y a punto de caer, sostenido sólo por una cuerda pide a Dios ayuda. -Si confías en mí, suelta la cuerda y déjate caer.
No pudo hacerlo, no quiso hacerlo. Días después, cuando la tormenta de nieve se despejó, encontraron colgando el cuerpo congelado del un alpinista, aferrado fuertemente a su cuerda a unos cuantos centímetros del camino...
*Levantar la vista al cielo
Enrique Aranda.
No comments:
Post a Comment