Thursday, May 27, 2010

30 something...



Dejar atrás los veintes no es cosa fácil. Menos para una mujer. Yo pensaba que eso de las crisis de la edad eran puro mito, pero después de una semana rara, me doy cuenta que es real. Todo este año, involuntariamente -quizá mi subconscinte de traicionaba- cuando me preguntaban mi edad decía sin refexionar "28", hasta que un día no sé por qué como por ahi de enero o febrero, me di cuenta que no, que en relidad debía decir VEINTINUEVE. No es que yo quisiera ocultar mi edad, la verdad es que un año más o menos no hace ninguna diferencia, quizá era simplemente mi mente jugándome una de esas bromas, quizá me resistía a aceptar la realidad. Los veintes quedaron atrás.

¿Y qué? ¿qué con eso? Me preguntaba yo. Entonces ¿por qué me siento tan extraña?
 Bienvenida al mundo de los adultos. A estas alturas, me doy cuenta que hace un rato que dejé la escuela, dejé de crecer (mi estatura no ha cambiado en absoluto desde primero de secundaria) y por más cambios de look que me haga, mi cara es más o menos la misma, quizá con menos acné que en otros tiempos, y con un poco de paño y una que otra arriguilla, secuela de los embarazos y el sol; pero al final, la misma.

Es extraño, pero a diferencia de otros cumpleaños, éste me ha hecho un poco de ruido. Muchas preguntas saltaron a mi mente: ¿fue una buena idea casarme a los 22? ¿por qué a los 25 tenía dos hijos? ¿por qué al día de hoy tengo tres? ¿cómo llegué hasta éste punto y en qué momento? ¿por qué dejé de hacer cosas que me gustaban? ¿podré alguna vez retomar proyectos que dejé inconclusos? y sobre todo, la que taladraba mi cabeza: ¿estoy contenta con lo que soy y lo que hago?

Recuperé una lista de cosas que quería hacer antes de cumplir 20. A los veinte no me importó Es la verdad. Me sentía tan agusto conmigo... pero hace unos días recordé que existía y le eché un ojo. Primero me dio mucha risa. Algunas cosas eran básicas y obligadas -aprender a manejar. terminar la prepa- otras más medio fumadas -aprender a tocar guitarra, escribir un libro y hablar muchos idiomas- otras más dependían más de la providencia que de lo que yo hiciera -tener un buen novio- y otras más dependían de la suerte y poner de mi parte -elegir bien una carrera, ponerme super buena- entre otras muchas que no enlistaré aqui.  

Luego de leer la lista más de una vez, me sorprendió lo mucho que he alcanzado mis sueños. Tengo una linda familia, un esposo al que amo, y aunque no he alcanzado aún muchas de ellas (como la de estar super buena) otras, diez años después de mi meta propuesta (los treinta) las veo cercanas o ya realizadas, algunas de ellas de una manera que nunca imaginé.

A los veinte hacía planes para mi. Me imaginaba que sería una profesionista existosa, viajando por el mundo, viviendo una vida independiente de mis padres, en pocas palabras, haciendo mi real y única gana, en libertad, y en soledad. Hoy puedo ver para mi fortuna, que ese sueño no se hizo realidad -gracias a Dios- que el día que termina me acuesto rendida, después de batallar con mis tres enanos, entre tareas, regaños y besos, y encuentro a mi lado a un hombre que me ama, me respeta y me ha acompañado en casi la mayoría de mis sueños por cumplir...

A los treinta no tuve tiempo de sentarme a hacer nuevamente una lista. Ni deseo hacerla. Como dicen en inglés "finally, I'm comfortable in my own skin". No es que no tenga sueños ni proyectos hoy como hace diez años, es más bien que he aprendido que no hay tiempo límite para realizar lo que verdaderamente desea el corazón, lo que verdaderamente importa; pero sobre todo, lo que realiza y hacer crecer, aunque crecer duela.

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