Miedo...
Ya no quiero recibir esos correos electrónicos (generalmente cadenas) que te dicen cosas acerca de las extorsiones telefónicas, de los asaltos y sus nuevas modalidades, de las jeringas infectadas de sida y los piojos en las butacas del cine. ya no quiero ir a ver más películas acerca de asesinos seriales, y ver en pantalla grande sus modus operandi.
¿Qué pasa conmigo? Hoy en la mañana salí a hacer los pendientes de siempre. Y en mi camino se me acerca un señor, de unos sesenta años (quizá más), uno de sus ojos estaba desorbitado, sus manos temblaban. Vestía una chamarra gruesa a cuadros y era de piel morena. Me preguntó si sabía donde había un teléfono de monedas. (estaba en las afueras del metro, ahí hay muchos teléfonos, de monedas, de tarjeta, etc) Vaciló, luego me pidió si le hacía favor de llamarle a su hermano, porque el se estaba sientiendo muy mal, con la presión alta, que era diabético, que lo habían dejado plantado y que venía desde Texcoco, y que necesitaba que vinieran por él.
Lo primero que pasa por mi mente: ah no, ya me agarraron, como en el mail ése que leí de que te piden el teléfono y luego te secuestran, o en el de que asaltan mientras esperas que el hombre te devuelva el teléfono, o en el que extorsionan telefónicamente vía tu teléfono y te involucran en quién sabe qué crimen... Me moría de miedo. pero recordaba ése otro correo que decía que no debe uno de mostrar inseguridad, sino verle la cara y memorizar sus razgos, por si algo sucede, poder hacer un buen retrato hablado... pero ¡yo no podía mirarlo fijamente! su ojo desorbitado me ponía mal, sentía que lo estaba viendo feo...
-Está ocupado... mire.- me decía mientras acercaba a mi la bocina de mi propio teléfono que para esos momentos ya le había yo prestado... - si quiere inténtelo de nuevo- le dije, mientras me sudaban las manos y miraba yo en todas direcciones a ver si no se nos acercaba alguien más e identificando la vía de escape -si algo va mal, corro hacia el Kentucky- pensaba yo mientras el hombre volvía a marcar en el teléfono.
- perdona, pero, no contestan ¿no podría prestarme para el camión?
Rápido toqué mi bolsillo, saqué unas cuantas monedas como cinco o seis pesos) que iba yo a utilizar para tomar mi camión y se las dí.
- gracias, gracias princesa, mira yo trabajo en teléfonos de México, iban a pasar por mi, pero me dejaron plantado...- pero yo casi no escuchaba yo lo que quería era terminar esa situación. Mi corazón latía al mil novecientos por hora. -¿no lo necesitas tu? - me preguntó al recibir las monedas.
- no yo ya llegúe, voy aquí adelantito... -mientras mi mente decía: no des información, ¡no des información!
- muchas gracias, que Dios te bendiga.
pero para ese momento yo ya había cruzado la calle y me alejaba a paso rápido de lugar, al pendiente de que ése hombre no siguiera mi pasos. Tomé mi camión pensando ¿en qué lío me había metido? revisé el teléfono. Ahí había un número. ¿lo marcaré? ¿será real ese teléfono y la historia del hermano y Texcoco y la presión alta?
Mientras avanzaba en mi psicosis, un pensamiento invadió mi mente. ¿por qué da tanto miedo ser buenos samaritanos? ¿por que no podemos pensar que realmente ése hombre era un viejo enfermo, en medio de una necesidad? ¿Por qué vivimos con tanto miedo?
Hacen falta historias de paz, en la red circulan informaciones alarmantes de pederastas, secuestros, asaltos, robos... pero ¿quién habla de un momento de paz? ¿de historias de éxito? ¿de compasión y amor al prójimo? Porque el morbo vende. Cada que recibo y reenvio uno de esos mensajes me siento como leyendo el ALARMA! según yo, cada vez que recibía una de esas advertencias decía: "ahá! ¡no me van a sorprender a mi! pero hoy, en la vida real, con personas de carne y hueso, decidí que -quizá para muchos mal hecho de mi parte- me ganara el corazón. No me gusta pensar que vivimos en un mundo donde no podemos ayudarnos unos a otros por miedo.
Quisiera llegar a vieja y poder salir a la calle y que alguien, -una alma caritativa- me pueda tender una mano en una necesidad. pero probablemente éso no suceda. No sé si el miedo paralice a los buenos samaritanos... Hoy por poco y me pasa.
No comments:
Post a Comment