Tuesday, December 15, 2009


Pasito tun tun...

No es tan temprano en la mañana, ya está el sol en todo su esplendor y los pajarillos desde hace rato estan chifle y chifle... El parque despierta desde muy temprano, corredores de todas la edades- ¿por qué la gente dice: "voy a correr"? si no hay nadie que vaya a más de diez km por hora, a lo mucho uno que otro va trotando, pero ¿correr?- unos con ropa deportiva, otro no tanto (me han tocado un par de señores de edad que no se por qué decidieron que los cakis de lona son cómodos para hacer ejercicio) pero todos en movimiento.

Hay una forntera entre en perímetro de parque y la calle. En ambos lugares la gente está en continuo movimeinto, solo que dentro se respira otro ambiente. Perros correteando ardillas, gente trotando, perros, una mujer empunjando una carreola, jóvenes intercambiendo consejos en la zona de gimnasio abierto...

¿Qué tiene esa gente que no tenga la de fuera? ¿Tiempo? ¿Será que no tiene nada que hacer? ¿Son dueños de sus propios negocios? ¿Desempleados? ¿jubilados? quizá todas las enteriores. Todos ellos tienen algo en común. Decidieron brincar la frontera que divide la actividad cotidiana y tediosa y pasarse para acá, al lado de la recreación, el deporte, el tiempo libre...
Quizá algunos por recomendación de su doctor, por vanidad, por despecho, por ocio o simplemente por el hecho de permanecer activo, de sentirse vivo. Disfrutar de zonas de descanso y esparcimiento de la ciudad no es para todos. Es solo para aquellos seres privilegiados que organizando su tiempo, pueden recorrer al paso que su cuerpo, condición y edad les permite los verdes jardines del paque hundido. O de cualquier otro parque. No es privativo de este lugar el goce de andar de aqui para allá entre árboles y ardillas. No son muchos en la ciudad, pero aún hay algunas áreas verdes -pulmones de nuestra ciudad- que te brindan esta experiencia.

Antes solía ir al Parque Nahucalli, al norte de la ciudad, pero hoy que han cambiando mis rumbos, mi nueva pista de jogging - y lo pongo así, en inglés porque no he encontrado un término que defina el brincoteado pasito que utilizamos los que recorremos cada mañana el circuito del parque hundido. No corro, ni me interesa hacerlo. Paseo, veo, huelo, disfruto. Después de terminar la vuelta, me estiro, siento como todas las articulaciones de mi cuerpo se alargan, a veces algo truena (generalmente en el cuello y en los hombros). Me siento diferente. regreso a casa y sigue mi día. Dicen que al hecer ejercicio se liberan no se qué sustancias que te provocan bienestar. A mi me funciona. La combinación de la satisfacción de haber vencido la flojerita de la mañana y los mentados químicos en mi sistema, siempre me brindan un mejor día.

Hoy leí en el facebook de una amiga "ojalá que se haga hábito" yo también deseo lo mismo y ¡que sea como el de la madre superiora! el más chido...

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