sin título.

Me gustan los días nublados, y las mañanas frías, sobre todo cuando las disfruto metida en la cama. Me gusta salir de paseo, solo a caminar y ver el paisaje urbano, o rural, si es posible. Amo recibir cartas de amigos que hace mucho tiempo que no veo, sobre todo si son en papel. Me encanta comprar una nueva agenda y tener que revisar los contactos en ella, para llamarte a todos los amigos que nunca llamo, para saber si siguen ahí..

Me gusta ver fotografías, mías y de los demás, las mías, porque me hacen revivir momentos pasados, buenos y malos, y las de los demás porque me hacen completar un poco el rompecabezas de sus historias. Disfruto hacer nuevos amigos, desde en la fila para entrar al cine, hasta en una reunión de padres de familia del colegio de mis hijos.

Me encanta que las lecturas de la misa me hablen de las cosas que me han pasando en la semana, porque siento que no le soy idiferente a Dios. Me maravilla la forma en que los niños descubren el mundo, y difrutan las cosas nuevas que les pasan, como el primer diente que se cae o el primer ahorro en el banco, o la forma en que observan detenidamente una flor, y la sorpresa de su rostro al ver que en su interior había una abeja.

La vida es más simple de lo que esperaba, y mucho más hermosa. Antes solía pensar que las cosas extraodinarias me harían feliz: la fama, grandes premios, viajes a lugares lejanos... pero me sorprendo a mi misma contemplado la belleza y el goce de las cosas mas comunes y cotidianas: una hoja llena de crayola donde hay dibujadas cinco figuras humanas, y el nombre de mi hija  escrito de derecha a izquierda y con las letras volteadas... quizá lo que en mi realidad es maravilloso, para algunos sea algo intrascendente, sin importancia, o quizá habrá alguien que en sus sueños añorara vivir por lo menos uno de ésos momentos.

No sé si la vida me permita seguir disfrutando de estas pequeñas alegrías, pero mientras existan y sepa yo saber encontrarlas, puedo irme tranquila, sabiendo que mi existencia ha sido bella.