NO es que esté pensando morirme pronto. Pero siempre me había preguntado como sería la vida en mi casa si yo no estuviera. El viernes pasado tuve la experiencia, por primera vez desde que me casé, hace 13 años ya, de quedarme en la cama todo el día. Ojalá hubiera sido como me lo imaginé, la verdad es que fue una pesadilla. Un infección terrible de garganta, una fiebre que no bajaba, un dolor generalizado...
Para acabarla de coronar, era viernes último de mes, día en que hay consejo técnico y los niños no van a la escuela. Así que tenía el panorama trazado para el colapso. Pensé que eventualmente tendría que levantarme, como cuerpo sin alma a poner orden y limpieza en mi casa, a dar de desayunar, etc etc. Pero no pude. A pesar de que mi panorama era el clima para la tormenta perfecta, me llevé una de las mas lindas sorpresas.
Los hermanos mayores, tomaron muy en serio su papel. Hicieron desayuno, -incluso salieron a la tienda a comprar lo que hacía falta para el desayuno y la comida- que ellos mismos prepararon. Me subieron al rededor de las 10 de la mañana un plato de chilaquiles, frijoles y huevo. Gesto que agradecí enormemente pero que mi estado me impidió siquiera probar.
Los escuché como organizaban a las pequeñas a recoger la cocina, lavar los platos, limpiar la casa. Luego les prometieron una película, Al mediodía, pude percibir el olor de nuevo a comida, -un poco quemada pero comida- risas, juegos, organización y trabajo. Transcurrió el largo día de entre fiebres, dolores y somnolencia escuchando (me hubiera gustado poderlos observar sin que me vieran) como se han convertido en niños capaces de hacerse cargo de si mismos, incluso de los más pequeños.
Ha sido trabajo de muchos años, esfuerzo continuo en casa y en la escuela de dejarlos que descubran su potencial, dejarlos hacer, tantas veces como sea necesario, equivocarse, dejarlos manipular y moverse con libertad con las cosas, hacerse responsables de la limpieza y el orden... Pero especialmente este ciclo escolar, ha sido especialmente formativo para todos.
Tuve la "desgracia" (lo pongo entre comillas porque en realidad no lo es) de quedarme sin ayuda en casa. Así que familiarmente tuvimos que asumir la nueva condición y empezar a poner cada quien de su parte para que esto caminara. La primera en hacer todo mal fui yo. Quise tomar el control, hacer y deshacer, limpiar, ordenar y demás. Pero ese no era el camino.
Poco a poco he ido aprendiendo, con mis pequeños grandes maestros que la responsabilidad es conjunta, que ellos son capaces de muchas cosas y que no soy una mala madre si les "impongo" labores domésticas.
El viernes viví la experiencia de recoger algunos frutos de la independencia y el compromiso con la comunidad familiar. Es lindo saber que pase lo que pase estarán bien, porque están preparados para la vida. Es lo que promete una educación como Montessori, ahora lo veo, ahora lo vivo. Llevar los principios de orden, de paz, de convivencia, de "gracia y cortesía" al seno de la familia ha traído hermosas experiencias y grandes beneficios.
Hoy se que no necesito ser la SUPER MAMÄ TODOPODEROSA, ¿quién me dijo que debía serlo?
y que lejos de hacerles un bien al tener yo todo listo (y yo estar muy cansada todo el tiempo) la mejor herencia que puedo dejarles, y que les valdrá de mucho en el futuro es estar preparados para la vida. El poder de la INDEPENDENCIA, Un día -o muchos días- yo no voy a estar ahí (como el viernes, que aunque estaba en realidad no estaba) y se que ellos podrán salir adelante. Así es la vida. Lo que me deja tranquila es su actitud frente a los retos. No temen a enfrentarlos, se saben capaces de salir adelante a pesar de las dificultades, hasta alcanzar lo que deseen
Dedicado con amor a mis hijos que amo con locura y admiro por ser mis grandes maestros
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