Thursday, January 22, 2015

¿Quieres? ¡Compra!


- Traes dinero?
- No, ¿tu?
- Solo tengo 3 pesos.
- Pues ve a ver para que te alcanza...
-¿Que compraste?
- Papas, ¿quieres?
-¡Si!
- ¡Compra!

La fila de la cooperativa estaba muy larga, hacía sol y el patio de recreo y su enorme plancha de cemento hervían como un comal al fuego.

La hora del recreo, (que en realidad eran cerca de 30 a 35 min. de esparcimiento)  se dividía entre el bajar al patio en estricta fila, tomar distancia, hacer una vuelta por tiempos -o dos- y esperar a que el timbre nos avisara que era momento de jugar "libremente".
En una superficie de cemento, donde la cancha de básquet, la de voleibol y  la de fut se superponían, una sobre otra, teniendo que decidir y ceder el espacio cada vez que queríamos echar una cascarita. Entonces tomábamos turnos para todo. Había que hacer fila para comprar en la cooperativa*, fila para el baño...

Los afortunados a quienes sus padres les mandaban dinero, eran los primeros en correr a las ventana de la tienda, mientras que los tristes e infortunados que contábamos con una lonchera con su tóper con pepinos, el sándwich de jamón o ya en el peor de los casos de huevo o mermelada (una vez me tocó uno mixto, me imagino que por una confusión de mi mamá en la que la tapa superior tenía mermelada y la inferior huevo).

Las niñas se sentaban a platicar y comer. algunas, la minoría jugábamos a las trais, escondidillas, y las mas escasas, nos involucrábamos también en los deportes. Los niños algunos comían el sándwich mientras corrían detrás del balón. Al toque del timbre todos, pero sobre todo los niños (que habían jugado como locos y corrido de aquí para allá todo el tiempo) se arremolinaban en los bebederos o los baños. Si, bebederos. Fuentes de agua DE LA LLAVE -antes no había ese miedo por beber agua sabor Cutzamala**- luego, la persona  en el micrófono, generalmente un profe o el director mismo- Daban la indicaciones y regaños a los rezagados que aún no habían formado la fila para regresar al salón.Un par de "tomadas de distancia por tiempos"  y avanzábamos, casi como los presos en un penal, hacia los salones de clases a continuar las labres del día.

Así pasamos parte de nuestra infancia, frente a un pizarrón de gis, color verde. Asignados bajo un número de lista, que el orden alfabético del apellido determinaba. Un número que te identificaba. un Número como el de la fecha, de la esquina superior derecha de la libreta. Limitados siempre por los  márgenes. Copiando textos subrayados en los libros. Aprendiendo de memoria para los exámenes las lecciones trascritas en el cuaderno. Aprendimos a obedecer, a esperar, a tomar turnos, a guardar silencio.

Hoy veo nuevas generaciones. Nuevo métodos de enseñanza. Me gusta más ver a mis hijos jugar entre árboles que sobre una plancha de cemento. Me gusta que no haya "tiendita", me gusta que compartan con sus amigos la mesa, aliemtos caseros preparados por mamá. Que tengan tiempo para ser niños. Que sus salones de clase estén llenos de material que pueden tocar. Que haya música de fondo mientras trabajan. Lo único que no me gusta es que este tipo de educación sea minoritaria. Que se haya apostado durante tanto tiempo por un sistema rígido, que provoca infelicidad, frustración, competencia desmedida, despersonalización.

Ojalá las personas dedicadas a las políticas de educación abrieran los ojos y dejaran de lado el miedo a la verdadera educación y promovieran este tipo experiencias en todas las instituciones educativas. Hoy, como cuando niños, si quieres, ¡Compra!
 
*supestamente las tienditas de la escuela eran negocios no lucrativos así que al principio de año pedían una "cooperación" de unos cuantos pesos para surtir la tiendita y supuestamente al final del ciclo escolar se repartían las utilidades entre los "cooperadores". Nunca creí en esos números.
** Sistema de agua potable que alimenta a gran parte del DF y  el Estado de México

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