Deposité, todas y cada una de las botella de vidrio, latas, catón, papel, desperdicios varios en un enorme contenedor.
Pensé que por ser enorme tardaría muchos meses en llenarlo, pero me di cuenta que en menos de un parpadeo se había llenado a tope. Es más, pensé que si tenía un contenedor nuevo se llenaría igualmente, y otro y otro y otro más.
Luego pensé que separando por categorías sería menos estorboso y más fácil de manejar. Bueno, eso ayudó en parte porque cuando uno quiere deshacerse de ellos -los desechos- de forma responsable- hay que separarlos. "no te van a dar nada por eso" me decían continuamente. Y es verdad. Un kilo de vidrio sucio (mezclado transparente y de color) lo pagan al rededor de 30 o 40 cts. "Mejor tíralo". Gastas más dinero llevándolo al reciclaje o a la fábrica de vidrio que lo que recuperas de vuelta".
Trece, quince pesos... nunca he obtenido más -excepto la vez que saqué el fierro de la remodelación de mi casa, que entre puertas y ventanas se juntaron casi 600- y no me dan gran cosa a cambio. O eso piensan. De cualquier manera yo se que estoy amasando una gran fortuna.
Cuando muera, les voy a dejar en mi testamento a mis hijos y a los hijos de mis hijos en heredad una inmensa fortuna. Todo lo que poseo. El yate, las casas, las cuentas de banco... seguramente no las habrá. Tengo pensado heredar más que eso. Una enorme fortuna de la que me he apropiado con el paso de los años. Con el paso del tiempo, me he adueñado de mi calle, de mi colonia, de mi ciudad y de mi planeta. Un universo entero. El cosmos es mio. No al modo de los grandes latifundistas, infelices y envidiosos que reclaman la propiedad para mostrarles a otros quien manda.
Yo poseo la Tierra por que la amo, la cuido. Como El Principito a su flor. He creado un lazo con el cosmos. La Creación entera es para mi y soy dueña y señora y por lo tanto responsable de ella. Así como no permito que dentro de mi casa haya basura o suciedad, tampoco lo permito afuera. Así, cada día voy intentando reducir la marca negativa que dejamos en nuestro por la tierra, e intentando sembrar por donde puedo un poco de paz, de armonía, de calma. Y eso heredaré a mis hijos. El amor por lo suyo. El respeto por cada ser que habita en este y en otros planetas. Y si lo saben aprovechar, no en un futuro, sino en tiempo presente se darán cuenta que son más afortunados de lo que creen.
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