Friday, November 28, 2014

VIVA LA FIESTA


En octubre comienzan las fiestas. Clara es la primera en celebrar su cumple. Pastel, piñata, gorritos de papel con figura de Dora. La siguiente es Caty, Pastel de plátano y nuez, pizzas en familia y juegos de video. Una Muñeca de trapo tamaño natural, una fiesta sorpresa planeada por ella misma.
Viene el cumple de Teresa, a principios de diciembre. Pasarela de modas con su amigas y pastel casero.
Cosas sencillas.

No recuerdo cuantos pasteles de cumpleaños tuvo que hornear mi mamá -al final se hizo amiga de una marca de pasteles "Sara Lee"- de esos que están en el pasillo de congelados, para celebrar los cumpleaños de sus cinco hijos. Pero si me acuerdo mucho que siempre tenía un detalle especial para cada uno de nosotros. Era peligroso pedir algo en la víspera del cumpleaños, como "quiero unos tenis nuevos" o zapatos, o ropa, o un libro... era el pretexto perfecto para "adelantarte tu cumpleaños" y uno ilusamente caía en el juego pensando que el día del cumpleaños recibiría un regalo adicional, pero nunca fue así.

Despertar el día de tu cumpleaños con la mañanitas, abrazos, algunas cartitas de algún hermano... el poder ser el tirano mayor durante 24 horas, ir en el asiento de adelante del coche, evitar quehaceres domésticos, poder elegir el menú y hasta empezar por el postre a la hora de la comida. Esos eran los privilegios de ser el cumpleañero.

Siempre, invariablemente el día del cumpleaños, había alguien que se enojaba (verde de envidia) porque en su cumpleaños no le había tocado lo mismo que al otro. Especialmente cuando se trataba de festejos o regalos excepcionales. Por eso éstos eran escasos. Ahora entiendo todo. Cuando uno está del lado de la paternidad, se da cuenta lo difícil que es ser equitativo, justo, equilibrado.

Que por más que planees una fiesta pequeña y modesta en casa, la diferencia de percepciones entre los chicos la pueden provocar incluso unas guirnaldas de papel o una bolsa de globos. Cada experiencia es siempre una oportunidad de aprender. Para los pequeños, a compartir y dejar de lado las odiosas comparaciones, a celebrar y alegrase con el otro de sus alegrías, celebrar con auténtica alegría y dejar de lado la envidia. Y como padres, a dejarnos sorprender por los pequeños detalles que sin buscarlos logran que un cumpleaños sea realmente para recordar, y evitar la necia tentación de tomar enfermas cantidades de fotos para despues postearlas en las redes sociales.

Celebrar no es solo encontrar aquello que se ofrece en el mercado -dulces, juguetes, piñata, adornos, comida- y coleccionarlo como quien compra props para una escenografía de la película perfecta, sino el encontrar en el fondo del corazón lo que a tu hijo de entusiasma, le alegra, le provoca emoción y alegría y compartir con ellos esa sensación inocente que como adulto desgraciadamente se va diluyendo con el tiempo.

Ahora viene la fase de fiesta navideña. Es la tarea de la época. Buscar en mi memoria aquello que me hacía vivir las fiestas decembrinas intensamente, como cuando era niña y visitábamos la casa de los abuelos y tomábamos ponche con la tía Blanca, y comíamos tamales con la tía Cuca, o hacíamos tacuarines con la tía Nina 8la receta secreta de la abuela Irene).... Por lo pronto estoy buscando bonitos villancicos navideños, recuperando recetas, sueños y entusiasmo de antaño.

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