De mis pasos.

Muchos años atrás, cuando el mundo era nuevo,  por lo menos para mi, estuviste ahí para explicarme el por qué de las cosas. Hoy descubrimos juntos  el viejo continente, los horizontes desconocidos, la tierra del ayer y sus secretos del pasado.

Mis primeros pasos fueron de tu mano. Hoy caminamos codo a codo, y a veces cuando la jornada ha sido larga, soy yo quien te doy soporte para seguir adelante. El paso lento e inseguro que una vez alentaste a seguir, es hoy el que te acompaña durante este viaje, pero ya no trastabillea, se ha colmado de la seguridad de tu abrazo y tu compañía.

Los balbuceos que antes te hicieron sonreir, hoy se han convertido en palabras, en frases, en instrumentos de comunicación que rompen barreras... siempre supiste del poder de la palabra... hoy te toca disfrutar del espectáculo del diálogo, de la negociación, hoy compruebas que siempre tuviste razón al buscar más amplios horzontes para quienes amabas...

¿Te imaginaste que llegaría un día asi?  yo si. Lo deseaba desde hace un tiempo. No hay viaje más importante que la vida misma, donde siempre has sido un compañero incondicional, desde que vi la luz primera. Se que llegará un día en que nuestros caminos se separarán definitivamente. En la bitácora de mi viaje dejaré de escribir un nosotros, justo cuando te había decubierto como el mejor acompañante que un viajero puede tener.

Me has llenado la mochila de priovisiones, me dejas una brújula, un rumbo y una dirección. No te preocupes, llegaré muy lejos. Al destino donde me estarás esperando, con esa sonrisa en los labios, y el gesto de satisfacción con el abrazo. Lo logramos.

Dedicado a los viajeros del viejo mundo, Miguel y papá.