Wednesday, January 12, 2011

Una musa en uniforme


Novela por entregas capítulo IX

Tras la tempestad...

Después de una aburrida tarde en la oficina, donde papá la obligó una y otra vez a llevar a la máquina expendendora al pequeño habriento de Lino, Minimusa regresa a casa y espera en su cuarto a que se le dictara sentencia.

Escucha al final del pasillo, desde su cuarto, tras la puerta entrecerrada, allá. en la sala de estar, entre el zumbido de la tele el cuchicheo de sus padres, que a ratos deja de ser murmullo para convertirse en frases enfáticas y enérgicas. Sobre todo mamá se esucha muy enojada.
- Esto se nos está escapando de las manos, tenemos que pedir ayuda. Dice mamá con la voz entrecortada.
- ¿Qué quieres,- contesta papá ya en tono molesto  ¿una segunda opinión? ¿que la empastillen como a la hija de los Mendoza? conozco a su médico, es un loquero que le falta un tornillo. Ahora todo lo quieren arregalr con pastillas. Minimusa no necesita éso. ¿que no has entendido?
- entonces qué, ¿vamos a ir y poner nuestra cara a la escuela nuevamente? ¿a que nos entreguen sus papeles y su explusión definitiva? ¿no sería menos humillante darla de baja de una buena vez y buscar una de esas escuelas "patito" donde pueda terminar el ciclo escolar? ¡Por Dios! ya no puedo seguir con esto... te juro que he hecho todo lo que puedo...

Minimusa se alejó de la puerta. Estaba triste. Preocupada. Por primera vez en su problemática historia era libre de pecado. Haz fama y échate a dormir... le giraban esas palabras en la cabeza. Recordó una tarde en que su abuela le explicó el significado de éstas con el cuento del pastor mentiroso mientras preparaban mermelada.

Necesito hacer algo. Algo que me permita reivindicarme. El teléfono celular interrumplió sus pensamientos. en la pantalla el identificador marcaba una y ota vez el nombre: DANY.
Sin pensarlo mucho contestó. - ¿Si?, mensa, pues quién más ¡yo!... en mi casa. No, no estuve en la tarde. De locos, luego te cuento... No se,  del viernes no tengo idea, la neta no creo ir, a como están las cosas, estaré castigada toda la eternidad ¡y lo que sigue de ella!.. ¿y qué era tan importante de contarme?... ¡no manches! ¿hoy? digo, ¿mañana? ¿y eso?... que raro... ¿quién te dijo?... naaaa...

Pasos en el corredor, la cara de Mini de pronto cambió de tranquilidad a languidez. - Nanny, te llamo luego, nos vemos mañana ¿si? si sobrevivo a ésta... bye.

Papá tocó dos veces en la puerta antes de abrirla. Sin decir una palabra, se sentó en la cama junto a Mini, la miró con decepción, con esos ojos que dicen todo sin una sola palabra, Tomó el celular y el reproductor de música de Mini en sus manos. -sabes que estás castigada ¿no?- dijo muy serio
-Lo sé. no salidas, no teléfono, no visitas...
Papá se puso de pie y caminó hacia la puerta, mientas apagaba la luz murmuró sin voltear
- habíamos hecho un trato, recuerdas, lo habías prometido y yo también. No iremos al colegio.  lo sabes ¿verdad?
- si- suspiro Mini- quizá debería ir mañana a recoger mis cosas y...
- ¡claro que no! asumirás las consecuencias, pero no dejarás de asistir a la escuela!

Papá asotó la puerta tras de si. Esa noche Minimusa no pudo dormir. El tirol del techo formaba incontables imágenes con las luces de los autos que entraban por la ventana, hasta que la luz del sol comenzó poco a poco diluír las sombras.

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