Una musa en uniforme.
Novela por entregas, capítulo VI
Novela por entregas, capítulo VI
En el banquillo de los acusados.
El reloj de la pared marcó la media, la chicharra dió el toque y el patio se fue vaciando lentamente. Era el fin del descanso y Minimusa acudió puntual a la cita. De todos modos no tenía de otra, había sido escoltada por la prefecta hasta su oficina.
Entró al cubículo. Siempre tenía ese extraño olor a incienso de manzana y canela. las persianas estaban cerradas y la única fuente de luz de la pequeña oficina era una lámpara de doble tubo de luz blanca, que tardaba varios minutos en prender mientras trintineaba y tronaba levemente. Uno de los tubos parpadeaba y hacía que la iluminación temblara continuamente.
La prefecta Angustias dejó sus cosas sobre el escritorio se sentó en su silla de tapiz color vino, y suspiró mientras meneaba la cabeza y levantaba las cejas.
- ¿qué vamos a hacer contigo? - dijo mientras examinaba de pies a cabeza a Mini, quien seguía de pie cerca de la puerta, como no queriendo entrar. -Siéntate niña, tenemos que hablar, cierra la puerta..
Esas palabras eran como agujas en los oídos de Mini. esos "tenemos que hablar" siempre eran escuchar una serie de acusaciones y críticas en su historial durante la escuela, memorial de las tantas y tantas ocasiones en que había estado involucrada en cosas, en sus calificaciones y hasta en su forma de vestir,
Minimusa se sentó aunque lo que tenía ganas era de salir corriendo.
Aunque las órdenes fueron muy claras, Mini evitó cerrar la puerta, así guardaba la esperanza de escapar de ese horrible lugar aunque fuera sólo con la mirada. El rosario de regaños por parte de la prefecta comenzó:
- Estás a un año de terminar la secundaria. ¿estás consciente de ello? No es posible que sigas buscando problemas. después del incendio en el laboratorio de química, madamos llamar a tos padres y firmaron juntos una carta comprometiéndose... ¿lo recuerdas?
El incendio... la carta... las había olvidado.bueno, ¿incendio? en estricto sentido no fue un incendio. Fue un accidente con el mechero y la bata. La manga de la bata se prendió al acercarla demasiado al fuego y al quitársela y aventarla, tuvo el mal tino de echarla en el basurero, que estaba lleno de papeles... No pasó a mayores excepto por la cesta de papeles quemada y el cosecuente desorden tras la activación de los censores contra incendios que bañaron a todos en el laboratorio... no hubo heridos ni nada que lamentar, aunque la involucrada tuvo que explicarlo todo en esa misma oficina en una cita con sus padres, tras firmar un documento donde se comprometía a evitar a toda costa causar problemas en el colegio en adelante.
Mientras Mini recordaba el suceso, escuchaba vagamente la voz de la prefecta que repasaba una y otra vez las dificultades en que se había metido -con o sin malas intenciones- como la vez que taparon los escusados, o cuando encerró a la doctora mientras dormía en la enfermería de la escuela, cuando cambió el disco dle himno nacional por el de el tema muscial de las olimpiadas...
Definitivamente el paso de la escuela de Mini era algo difícil de olvidar. La prefecta no metía cuando afirmaba que casi siempre detrás de los problemas estaba la mano de Mini. Aunque en esta ocasión era dificil de probar su inocencia, sobre todo porque "el cuerpo del delito" el libro, ya no estaba en manos ni de la prefecta ni de Mini.
-¿Puedes explicarme que sucedió en el pasillo? o deseas hacerlo hasta que estén presentes tus papás...- preguntó con voz socarrona la prefecta tratande de despertar de sus recuerdos a la chica.
- Puedo explicarlo. ¿mis padres? ¿llamará a mis padres? preguntó Mini, con un tono un poco preocupante.
- ¡Por su puesto! dijo la prefecta cambiando su tono de voz y dándose importancia - terinaremos de una buena vez este asunto de la indisciplina, tal vez este no es un colegio para ti. Lo hacemos por tu bien...
Mini trató de explicarle sin mucho éxito lo sucedido. Hasta que se dió cuenta que la Srita. Angusitas no la estaba escuchando. Ya había tomado una decisión. Cuando sacó de su escritorio el block de citas vió que estaba llenado previamente con sus datos, a excepción de la fecha. Mientras la prefecta completaba el papelillo con lafecha del día de hoy, le decía: - era cuestión de tiempo, todos sabíamos que tarde o temprno esto sucedería. Es una pena porque eres una chica muy inteligente y muy capaz, pero si no se te corrige a tiempo, no sé que será de ti en un futuro...
La prefecta arrancaba el papelillo pra entregárselo a la chica. Los ojos de Mini se llenaorn de lágrimas. Aunque se trataba de hacer la fuerte y apretaba las manos y los dedos de los pies para no llorar, al primer parpadeo corrieron en carrera desbocada un par de gotitas por sus cachetes.
- no vendrán- dijo en voz baja la chica mientras guardaba el citatorio - me lo dijeron la última vez al salir de esta oficina. Me dijeron que era la última vez que pasarían por la vergüenza de ser regañados por algo de lo que no eran responsables. Me advirtieron que si había una cita más, tendría que arreglármelas sola.
- No mientas. - la miró Angustias por encima de los lentes con mirada amenazante - Entrega el citatorio a tus padres y los espero el viernes a las once de la mañana. Mini hizo un pequeño rollito con la hoja del citatorio, como queríendo desaparecerla de tanto apretar el pequeño papel en forma de cilindro.
Ahora si estaba en problemas. Grandes problemas. El resto de las clases se fueron como en cámara lenta. Mini no quería que sonara la chicharra anunciando la hora de la salida. No había sido un buen día, no hoy. Mientras recogía sus cosas para abandonar el aula, abrió su lapicera para guardar el citatorio. Ahí estaba, El pequeño papelito con titnta azul y el chicle sabor uva. "Nunca dejes de ser tu misma, me encanta". Esas palabras al final de la jornada tenian un significado muy distinto.
Hoy no quería ser ella misma, ni mañana tampoco, mucho menos el viernes. Si no hubiera sido ella la que se metió en problemas, su historial de indisciplinas, su carta de compromiso de buena conducta, la cita con sus padres...
En ese momento solo deseaba no ser ella misma. Deseaba que nada hubiera sucedido, deseaba haberse quedado en cama después de que había sonado el despertador, deseaba haberse hecho la enferma...
De camino a su casa Mini no dijo una palabra. Lino, su pequeño hermano, hablaba de lo divertido que era pintar con los dedos en el preescolar. Minimusa estaba lejos, en silencio, tratando de evitar a toda costa que le preguntara nadie acerca de cómo le había ido durante el día.
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