Wednesday, March 03, 2010

Vicios ocultos.

Compró una casa. La emoción lo rebasaba. Simplemente después de ver por meses el anuncio, que pendía de la ventana sin cortina, llamó al número. Los informes. Hicieron una cita con el promotor de vienes raíces. Fue amor a primera vista. Los acabados, la pequeña terracilla, fue fácil imaginársela llena de flores y macetas de colores. No escuchaba al vendedor. Su imaginación volaba viendo correr en el angosto pasillo que unía la estancia con las recámaras unos niños que no existìan aún.

Esa tarde, al regresar a casa, hizo cuentas. Algunas llamadas. La cosa estaba hecha. Esa casa sería suya. Esa tarde al volver del trabajo se detuvo frente a la tienda de muebles. No quitaba la vista de una pequeña mesita. -Será mía- pensó,mientras se imaginaba sobre una mecedora bebiendo té, y a su derecha descansando sobre la mesita la última novela de misterio.

Fueron unos días especiales, mágicos. La pequeña casa estaba completamente vacía, y aunque dormía en el suelo, y le despertaba la tenue luz del sol que entraba por la ventana, aún sin cortina, era como estar soñando con los ojos abiertos.

Con el paso de los días, la novedad se fue desvaneciendo. Llegaron los primeros recibos a pagar. Después de varios días de dormir sobre el duro y frío suelo, y bañarse con agua tibiada por el sol, los ánimos aún seguían arriba. Y llegaron las utilidades. Hubo boiler, una pequeña estufa, ¡hasta un refrigerador! y un colchón. Poco a poco se iba conviertiendo la casa en un hogar.

Con el paso de los días y de los meses y de los años, la casa fue cobrando vida. Las flores llegaron, y la familia también. Un pequeño arrastraba su carrito de ida y vuelta sobre el tapete de la entrada. Demasiados pendientes para detenerse a contemplar la casa. Entraba y salía una y otra vez, y la casa estaba llenade vida. El tiempo siguió su paso, y poco a poco se iba desencantando de su propiedad. Sesentíaengañado. ¡Nunca le dijeron que no contaba con estacionamiento! al principio no tenía coche, por lo que no le preocupaba el asunto, pero ahora... ¡y las chapas de la puerta principal! contaba con tres de ellas, ynunguna servía para nada. Hubo que cambiarlas todas... y el sistema del baño, y la alfombra de la recámara principal...

Ahora la casa ya no le parecía tan bella como al principio. Ahora ya era muy pequeña, muy fría, mal ubicada, vieja, ¡con tantos problemas! de haber sabido que me iba a salir así...

Cruzar el ubral de la casa era un dolor de cabeza. Las goteras habían hecho estragos en la duela. Las paredes habían perdido su color original, decoradas por aquí y por allá con crayón de colores. La mesita estaba rayada con marcadores indelebles y sobre ella dormía un oso de felpa. Y comenzó a buscar en el anuncio clasificado nuevas ofertas... Era difícil satisfacerle. Unas, por el precio, otras por la ubicación,otras más por la edad del inmueble. Recordaba con nostalgia el día en que la vio por primera vez y supo con toda seguridad que era  suya. Después de mucho buscar, de comparar precios, de visitar una y otra vez departamentos, casas y condominios, regresa a su vieja casa. Se asoma desde el balcón hacia la calle, el barandal está suelto. Habrá que mandar llamar al herrero.

¿Hasta cuando terminará de descubrir todos los vicios ocultos? Se pregunta mientras levanta la bocina del teléfono...

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