... y no cargaron los peregrinos.
Se acerca el fin de año. No quiero ver la lista anterior de propósitos de año nuevo. Los últimos cinco años me he dedicado a intentar cumplir los del año anterior. Bueno, hasta he tenido la tentación de no proponerme nada, para no tener nada que perder... Pero no puedo. Cada final de año es irremediablemente un momento de examinar lo que sucede en la vida, lo que ha sucedido en los últimos meses, en el último año. ¿qué estaba yo haciendo hace un año por estas fechas? ¿en qué pensaba? Es también momento de replantearse metas, propósitos, deseos... es revivir la esperanza en el porvenir, en lo que está mas adelante.
Es también el momento de recordar a quienes se nos adelantaron en el camino, quienes este año se nos fueron. Y no solo quienes pasaron a mejor vida, familiares y amigos que este año no nos acompañarán en la cena de navidad, a quienes tenemos que borrar de la agenda del año próximo... Son también los sueños y esperanzas que ya no se cumplirán, los proyectos que se van, quizá porque se han terminado -a veces satisfactoriamente, otras simplemente se terminaron y ya- los momentos lindos, pero también los dolorosos y molestos. Ahi se quedan, en las hojas desprendidas de un calendario exfoliador, -de esos que ya nadie usa- que se han ido desprendiendo uno a uno, día a día y se quedan atrás simplemente escritos en las páginas de nuestra historia, la historia personal.
En mi, hay muchos momentos que ya "no cargaron los peregrinos...", algunos sueños, algunos deseos, hasta uno que otro mal momento... es momento de despedirse de ellos y seguir adelante. Empezar a escribir de nuevo en una hoja en blanco, sin olvidar que cada pagina que se empieza a escribir, tan blanca, tan simple, tan sola, es parte de un gran libro escrito desde la eternidad.
No caminamos en círculos, sino en una espiral ascendente que nos lleva una y otra vez a los mismos lugares, a los mismos errores, a los mismos triunfos, hasta con la misma gente; solo que cada vez con una perspectiva diferente: cada vez más alto, cada vez más lejos de donde empezamos alguna vez. Por eso no me importa volver a plantearme los mismos propósitos cada fin de año. Mientras tenga la fe y la esperanza en que algún día voy a cumplirlos y mientras mi vida me alcance para volver "a cargar los peregrinos" el año próximo...
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