Calabacitas tiernas...

-Buenas seño, ya hace días que no veía por acá... - y yo pienso, pues si es la primera vez que me paro en este tianguis
- ¿Qué va a llevar ahora?
- ¿a como el jitomate?
- es de a quince güerita, pero es de primera, tiéntelo.- el hombre me ofrece uno., al ver mi cara de sorpresa ante el precio.. -lléveselo se lo pongo a doce...
- ¿y la guayaba?
-esa está de adiez señito, ya empezó la temporada, pruébela... y con su mano mugrienta y un cuhillo cebollero, se apresura a partir una guayaba y ofrecérmela.
- gracias- digo mientras estiro la mano y tomo la fruta, sin saber bien si hacer como que la prueblo y tirarla, aunque la tripa me cruje y el delicioso aroma de la fruta me inunda la nariz... - póngame un kilito de guayaba
- ¿no va a llevar mango?
- ¿a como?
- a 20 el cuarto
- ¿y por qué tan caro?
- pruébelo güerita, está muy bueno.. y acto seguido vuelve a proceder de la misma forma que la guayaba, solo que ahora, al partir la fruta el dulce líquido escure por su mano arrastrando un poco de mugrita por su brazo.
- gracias- esta vez tomo con más deconfianza el trozo de fruta... derrepente la señora que vende tlacoyos interrumpe el momento ofreciendo la docena de gorditas de a quince...
- deme media - digo yo, mientras tiro "distraídamente" el cachete de mango.
El marchante insiste en venderme la fruta.- ¿Le pongo entonces un kilito? - yo metida en la compradera de los tlacoyos, le contesto distraídamente que si. Después de la interrupción, pido un kilo de pepinos, dos cebollas blancas y un peso de cilantro. De pilón me regalan un manojito de hierbabuena y epazote.
- son ciento veinte pesos. Y yo en la baba saco el monedero, pago, tomo mis compras y me voy.
Ya en la casa, empiezo a hacer cuentas...
-híjole, pues ni compré nada, ¿en que me gasté los 200 pesos?
Saqué cuentas, los tlacoyos, 7.50, las cebollas, 5 pesos, el peso del manojito de cilantro... y un kilo de mango de a ¡sesenta pesos? ¿no que de a veinte? claro, no reparé en el "cuarto"...
Mhhh, los cinco mangos más caros de mi vida...
Me chamaquearon...  y eso que solo iba por calabacitas, ¡y se me olvidaron!