Puedo hacerlo, solo deja que lo intente. Enséñame como y lo intentaré. Muchas veces. Explícame, paso a paso e involúcrame. Permite que lo haga mal, una y otra vez. Acompaña mi trabajo. Observa en silencio y sin intervenir. Probablemente, cuando tu pienses que he terminado, yo quiera volver a empezar de nuevo. Quiero repetir la experiencia, una y otra vez porque lo necesito.
Si pierdo el interés y no termino mi trabajo, invítame a terminarlo. Reconoce mi trabajo, como lo harías con un colega, con un alumno, pero no me des premios, regalame una sonrisa o una abrazo. Esos son las mejores recompensas para mi.
Siéntate a mi lado mientras yo trabajo. Porque lo que tu ves como un juego, para mi es un trabajo. El trabajo de conocer como funciona el mundo.. Escucha y mira. Se que es difícil, que tienes muchas cosas que hacer además de estar mirándome. Sé que la cubeta del trapeador que dejaste llenando se derrama, que está sonando el teléfono, que te ha llegado un mensaje en tu teléfono móvil. Regálame esos minutos de tu tiempo, solo a mi y con el tiempo verás que la inversión vale la pena.
Un día, cuando tu no me estés mirando, lo haré solo, quizá no lo haga tal como tu esperabas, pero lo haré a mi manera. Así aprendo yo, a través de la experiencia, no del grito, no de la amenaza, no del premio. Déjame experimentar el sabor de la comida, también su textura en mis manos, cómo se siente sobre la mesa y cuando me la embarro sobre mi cara o mi cabello. No corras inmediatamente por las toallitas húmedas y restriegues mi rostro. Deja que lo haga yo. Muéstrame como, pero déjame que lo intente.
Escucha mis palabras, no intentes adivinar lo que estoy diciendo. Invítame a repetir como suena lo que quiero decir. Convierte mi berrinche en comunicación. No te enojes cuando no puedo expresarme como debiera. Permite que me calme, y cuando esté listo hazme preguntas, con palabras sencillas y con calma. Todo debe ser con mucha calma. Tu eres el adulto, yo sólo soy un bebé que se está convirtiendo en niño pequeño.
No tengo prisa por crecer, no me apresures tanto. Y no te exijas tanto tu tampoco. Descansa, respira, baila, canta, observa, ¡sorpréndete igual que yo! pero sobre todo acompáñame. Tu presencia me da seguridad. Aliéntame a hacer nuevas cosas. te demostraré que puedo hacer más de lo que te imaginas. Date permiso tu también de revivir conmigo la alegría de mojarse en un día de lluvia, de saltar en los charcos, de arrastrar los pies en el camino terroso. Olvida por un momento la ropa enlodada y los resfriados, las alergias, las contaminaciones, ... esas siempre estarán ahi presentes, pero yo no siempre seré tu pequeño.
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