Mi silencio y mi grito
En medio de la gente, del bullicio, del trajín, no se escucha mi silencio. No se percibe lo apretado de mis labios que cargados de furia contienen la voz para no gritar: ¡ALTO! ¡que nadie se mueva!
El sonido de mi voz no es suficiente para detener la vorágine que avanza el filo del mediodía; por eso traje mi arma. Levantada en alto, el oscuro brillo del cañon esperando la detonación del gatillo tiene una voz que acalla y detiene a la multitud: ahora todos me miran, ahora todos me respetan.
Una mujer avienta su bolso al suelo y lo patea hacia mi. ¿Quién dijo que quiero su dinero?
No quiero sus cartreras llenas de apestoso dinero, sus viejas bolsas de mano que contienen tarjetas de crédito, identificaciones con rostros desconocidos, recibos por pagar, teléfonos...
Harto de todo lo que me puede ofrecer lo comprado con el dinero, lo único que necesito es atención... un minuto de su tiempo... quiero que sepan quien soy... estoy cansado de correr entre los pasillos de la estación buscando hacia donde dirigirme. Y a nadie le preocupa mi destino, ni de donde vengo ni a donde voy. Es por eso que impongo mi voz sobre la de todo mundo.
Así ya nunca, nunca olvidarás mi rostro... estaré siempre entre tus miedos, tus pesadillas, finalmente seré algo para alguien. la personificación del terror, el rostro del miedo.
Con solo tirar el gatillo mi identidad quedará inscrita en los diarios, en el noticiero de las ocho, en las señales radiofónicas... Pero decido guardar silencio, quedarme entre el anonimato y la muchedumbre que me arrastra hacia las afueras de la estación. Otro día más que trancurre sin trascender en la historia. Detesto mi cobardía y mi conformismo. Algún día me atreveré a escribir mi nombre. El día de hoy no estaba preparado. No estaba preparado.
1 comment:
Parece que un día sí se armó de valor...
http://www.eluniversal.com.mx/nacion/171399.html
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