Tuesday, September 10, 2019

Mis hijas no son princesas.


De un tiempo para acá hay un gran revuelo acerca de la educación de las niñas.
Por una lado está el discurso del género y todas sus escalas de color en el arco iris, y por otro una fuerte corriente que dice cómo debe ser educada hoy en día un niña.

Los adjetivos calificativos tradicionales; tierna, dulce, educada, inocente, son  políticamente incorrectos. Hoy las niñas son fuertes, atrevidas, inteligentes, valientes y desafiantes.


"Queríamos romper con el estereotipo de la mujer cuya belleza está basada en su aspecto externo y mostrar ejemplos de mujeres que tienen belleza interior"


 le explicó a BBC Mundo Nadia Fink, la autora de los libros."las anti princesas",  de la editorial argentina chirimbote (para ver la nota completa da click aqui"Queríamos mostrar ejemplos de mujeres que no se quedaron estáticas esperando que un príncipe las salve, sino que cambiaron sus propias vidas"

Hoy se propone a las niñas que ser "anti sistema", sufrir por una causa, romper estereotipos es necesario para trascender.


Belleza interior, belleza interior, ese concepto resuena en mi cabeza. 

Todos los ejemplos que busco en este discurso no me hablan de belleza, de armonía o paz. Es rebelión, es guerra, es oposición. Es destruir lo establecido para reconstruir una mundo nuevo. 

A mi no me cuadra mucho esta historia. Para mi, la revolución ya sucedió. Ya hubo alguien que murió, padeció y venció a la más invencible de todo; la muerte; derribó el templo y en tres días lo levantó. 



Ni princesas ni anti princesas; Reinas. 


Ungidas con una Realeza que no tiene nada que ver con el concepto superficial o mundano, fantástico o señorial; sin coronas, ni tiaras de brillantes. "Mi reino no es de este mundo" (In 18, 36). El aceite, el agua y la luz las convirtieron en voces que proclaman la Verdad, promotoras de la Paz y la Justicia, a hacer el Bien para todos. 


Las Reinas no están sometidas a nadie; es decir, son libres. Libres de lo que las esclaviza, de lo que las ata, las somete, las atemoriza: libres del mal.  Libertad para hacer el bien, buscar la Verdad para buscar la Luz que guía sus pasos: buscar a Dios.


 Este gobierno, empezará por regirse y gobernarse cada día a ellas mismas. Una potestad que les hace capaces de buscar la Verdad, Esperar en ella y Amar mediante la virtud. Crecer, vivir y obrar ordenadamente y verdaderamente, es decir  trascender. 


Hemos buscado para ellas la libertad; que sean mujeres de su tiempo, con una memoria de su pasado, que sepan mirar al futuro, con una sensibilidad del presente y los retos que éste les plantea. Hijas de la cultura y época que les toca vivir; pero comprometidas con cambiar todo aquello que es incoherente con el Bien y la Verdad. 


Educar hoy niñas es un gran reto y una responsabilidad. Mujeres inspiradas y conscientes de su vocación; atentas al servicio de los demás, ensenarlas a estar pendientes del otro como de ellas mismas; y a buscar en todos sus actos el Amor y a la Felicidad auténtica.  


Con estos desafíos ideológicos, políticos y sociales es preciso identificar que nuestra esperanza no está simplemente en la fuerza disruptiva de la identidad o del género, de enfocar nuestros esfuerzos en asociarnos en colectivos o alcanzar posiciones de poder o injerencia social; sino en la libertad que adquirimos al sabernos elegidos: fuimos ungidos; sacerdotes, profetas y reyes, todos por igual. 


Somos parte de algo más grande; somos parte de un linaje elegido, una humanidad redimida por la misericordia; en búsqueda de justicia, paz y armonía en el Amor verdadero.






Gracias al refresco de cola por llenar la ciudad de recordatorios de nuestra misión😂  

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